Resulta muy común que los niños hasta cierta edad se pasen el día gritando, algo que a los padres en ocasiones les puede agotar la paciencia. El problema aparece cuando no sólo son capaces de sacar de quicio a todos los que tengan a su alrededor, sino que esto puede generarles problemas de salud, ya que existen casos en los que de tantos gritos los pequeños llegan a sufrir nódulos en la garganta.
Educar la voz para no sufrir estos trastornos es muy importante. Sin embargo, no es fácil hacerle entender a un niño que lo que está haciendo puede provocarle problemas de salud.
Exceso de volumen
Para ello, lo ideal es acudir a la consulta de un profesional especializado en logopedia, que se encargará, mediante ejercicios y juegos, de que el niño comience a regular los niveles de voz y la manera de respirar, lo que en conjunto mejorará incluso su capacidad de expresión y no le acarreará problemas en un futuro.
Percibir que el niño puede tener este problema es sencillo puesto que los síntomas son bastante visibles, entre ellos la ronquera y una voz entrecortada.
Generalmente, en los pequeños no es necesario pasar por el quirófano, ya que con unas sesiones de logopedia son más que suficientes. Sin embargo, si no se soluciona el problema en el momento en el que surge, éste puede complicarse y mermar la salud vocal del niño hasta que se hace adulto.
Tratamiento desde el minuto uno
“Cuando el niño llegue a tener periodos de afonía hay que poner en práctica unas pautas de higiene vocal para hacer que el problema no vaya a más. Es indispensable guardar reposo de la voz para que pueda recuperarse sin problemas”, afirma Verónica Minguito Orellano, logopeda y experta en Atención Temprana y Psicomotricidad.
Que el niño desarrolle nódulos en la garganta puede mermar su capacidad de expresión, incluso hacerle sentir incómodo y acomplejarle por las modificaciones que puede sufrir su voz, lo que además del problema físico le generaría trastornos de tipo psicológico.
“Es necesario tratar la disfonía desde un primer momento para que la patología no vaya a más y no se cronifique”, recomienda Minguito Orellano.
Como comentábamos con anterioridad, la mejor solución es sin duda acudir a un profesional que pueda orientar a los padres sobre la solución a este tipo de problema y ponerle fin lo antes posible.
'Mi hijo sufre convulsiones febriles, ¿qué debo hacer?'
Las convulsiones en los niños resultan muy alarmantes, especialmente para los padres primerizos. Muchos de ellos piensan que su hijo puede tener un problema grave al sufrir este tipo de episodios y lo primero que se les pasa por la cabeza es que pueda tratarse de epilepsia.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, estas convulsiones que están caracterizadas por pérdida del conocimiento, ojos vueltos hacia arriba, salida de espuma por la boca y contracciones musculares que el niño no puede controlar, están motivadas no por la epilepsia sino por procesos febriles.
“A pesar de resultar bastante escandaloso en su aparición, este tipo de convulsión febril típica no reviste ningún tipo de gravedad y se puede reconocer porque el niño sólo sufre las convulsiones cuando tiene fiebre alta, nunca en ningún otro momento”, afirma el doctor Gabriel Cano, cirujano traumatólogo de Barcelona.
Convulsiones provocadas por fiebre alta
Generalmente, este tipo de aumento de temperatura suele estar provocado por algún tipo de infección viral. No todos los niños la sufren, generalmente es algo hereditario, ya que el 30% de los casos en los que se produce está provocado por herencia genética de los progenitores.
Lo común es que este proceso se repita en más de una ocasión. Sin embargo, resulta básico que sean los profesionales los que diagnostiquen si efectivamente el niño sufre convulsiones motivadas por la fiebre o si existe algún otro factor que pueda estar provocando este problema.
Cuando el pequeño sufre las convulsiones es necesario vigilar al niño de manera intensa, sin dejarlo solo ni un momento.
En primer lugar, es necesario hacer lo posible por bajar la fiebre del pequeño. Para ello, será necesario quitarle toda la ropa y pasarle paños o una esponja empapada en agua tibia, nunca fría.
Vigilar al pequeño durante este proceso
No se debe intentar sujetarlo ni meterle nada en la boca para evitar que se muerda, porque podría conseguirse el efecto contrario y el pequeño podría ahogarse. Otra medida es la de apartar cualquier objeto que pudiera haber a su alrededor porque con el movimiento de las convulsiones podría hacerse daño.
Generalmente, este proceso no suele tener una duración de más de un cuarto de hora, y pasado este tiempo y manteniendo siempre la calma, será necesario acudir a un centro de salud donde algún profesional pueda ratificar que el pequeño se encuentra bien y solicitar las pruebas necesarias si así lo considera oportuno.
¿La altura de mi hijo es la adecuada para su edad?
La hormona del crecimiento es un tratamiento que no puede tomarse a la ligera. El factor genético es uno de los más importantes y los papás han de tener muy clara la diferencia entre un niño de estatura baja, algo que no supone ningún tipo de problema en cuanto a salud se refiere y, por otro lado, que el pequeño sufra enfermedades como la acondroplasia o el enanismo.
Pero vamos a aclarar cuál es la función de la hormona del crecimiento. Ésta es la encargada de determinar la estatura y se produce mediante una glándula conocida como hipófisis, que se encuentra situada en el cerebro. Si esta glándula no proporciona las cantidades necesarias, es cuando el niño no crece de manera normal.
Según los especialistas, la estatura media, considerada como normal y que no requiere de ningún tratamiento es de 1,60 metros en los hombres y 1,50 en las mujeres. Por debajo de estas cifras se considera una estatura irregular.
Exámenes específicos para realizar el diagnóstico
Aunque comentábamos anteriormente que el factor genético es importante, los padres no deben conformarse con esta explicación y es necesario que acudan a un especialista que se encargue de determinar las causas de esta falta de desarrollo. El doctor Gabriel Cano, cirujano traumatólogo, afirma que “debemos dejar claro que esta disfunción de la hipófisis, solamente tiene que ver con el desarrollo físico y nunca con el intelectual”.
Los huesos no crecen pero el desarrollo intelectual es normal
Los profesionales cuentan con una serie de tablas que regulan si el crecimiento del niño se está produciendo de manera normal y con éstas, además de una serie de exámenes posteriores, podrán determinar si el niño necesita tratamiento con la hormona del crecimiento.
El tratamiento es sencillo y ayudará al pequeño a que vaya completando su desarrollo de manera normal. El doctor Cano asegura además que “si el aporte de calcio y de fosfatos es adecuado, la calidad ósea del niño será completamente normal”. Existen casos en los que el tratamiento no se suspende en la edad adulta, aunque sí se baja la dosis. En cualquier caso, será el especialista el que determine el tipo de tratamiento y la cantidad de hormona del crecimiento que necesitará cada caso.
En ningún caso se debe dejar de visitar al especialista para que realice las pruebas necesarias y pueda ayudar al pequeño a crecer de forma normal.
Fuente hola.com
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