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miércoles, 19 de octubre de 2011

El olfato del recién nacido

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No sabemos hasta qué nivel el recién nacido siente los olores, ni con qué intensidad, ni cuáles advierte más y cuáles menos, y ni siquiera cuáles le gustan y cuáles no. Puede considerarse, de todos modos, que el niño pequeño posee una sensibilidad olfativa muy inferior a la del adulto, tanto cuantitativa como cualitativamente.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta el hecho de que el adulto ha sido fuertemente condicionado por el ambiente en que vive. En otras palabras, un adulto juzga un olor como “bueno” o “malo” basándose en ciertas costumbres, en lo que se le ha enseñado, y no sólo por las peculiares características de ese olor.

El olor del éter, por ejemplo, hace que algunas personas se desvanezcan, mientras que otras permanecen totalmente indiferentes y otras lo consideran incluso muy agradable. Lo mismo puede decirse del olor de ajo, del de un campo abonado o del de la gasolina. El recién nacido, naturalmente, no está todavía influido por nada, y es lógico que permanezca, por lo tanto, indiferente a muchos olores que a nosotros nos parecen deleitosos o repugnantes. Esto no significa que no los perciba, sino simplemente que ellos no suscitan en él ninguna reacción particular.

 

El parto desde los ojos del bebé

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Apenas nace, al bebé le cortan el cordón umbilical, un error en poblaciones como la nuestra, ya que se pierde la transfusión placentaria que es tan importante en las poblaciones carenciadas porque puede corregir anemias futuras. Además, es bueno no obligarlo a respirar bruscamente durante los primeros minutos. En seguida, se lo llevan para revisarlo, alejándolo de su madre, le introducen cánulas, lo vacunan y le ponen gotas en los ojos, todo esto bajo la luz de lámparas que resultan muy fuertes para él.

Lo óptimo es que se lo deje sobre el cuerpo de la madre, para que pueda buscar el pezón y tomar la teta si lo desea, seguir en contacto con su calor y oyendo los latidos de su corazón, el sonido que mejor conoce. La conexión con la mirada de la madre es muy importante. Si el bebé está sano y bien, no necesita nada más que esto.

Después de un parto que impactó en forma gratificante a la mujer, los primeros días del puerperio, que son complicados en sí por todo el cambio que implican en la vida, se viven con mucha más naturalidad y relax. La tarea que viene después del parto es aprender a descifrar los códigos del bebé e incorporarlo a la pareja o a la familia.

Primeras semanas junto al bebé

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Planifique dedicar todo su tiempo inmediatamente después del nacimiento de su bebé. No sienta que debe retomar enseguida su vida normal. Si intenta hacerlo, se agotará y perderá la posibilidad de disfrutar de los primeros días de su nuevo bebé.

  • Provisiones: asegúrese de tener la alacena bien provista antes del parto y de tener todas las cosas que pueda necesitar: sus comidas nutritivas preferidas, bebidas (necesitará ingerir mucho líquido si da de mamar), ropa, almohadones, repasadores suaves y pañales.
  • Cuidarse: usted y su marido cuidarán del recién nacido y su marido la cuidará a usted ¡A no escatimar mimos!
  • Vincularse: dense el tiempo y el espacio para conocerse y relacionarse con el nuevo bebé.
  • Descansar: haga de su cama el centro de la casa: converse, diviértase, retoce y coma allí.
  • Visitas: restrinja los horarios de visita. No se sienta obligada a hacer de anfitriona y ponga en la puerta de entrada un letrero que diga que está descansando si siente que no desea ver a nadie en ese momento; siempre pueden volver en otra ocasión.
  • Llamadas: si tiene un contestador telefónico, puede cambiar el mensaje e incluir el anuncio del nacimiento de su bebé.

Quizás también pueda agregar que en ese momento está descansando, pero que estará encantada en conversar dentro de unos días.

Celos del padre

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Los bebés tienen mecanismos biológicos por los que llaman al cuidado, incluso la cría de los animales tiene esta capacidad de llamar la atención de los adultos de su especie para que los cuiden. Por eso, el hombre ante estos estímulos responde con atención.

La relación del hombre con sus hijos muchas veces se ve eclipsada por los celos. Desde el embarazo, el bebé se convierte en la prioridad de la mujer, ocupando mucho espacio en sus pensamientos. Además, sus tiempos están afectados porque el embarazo hace que esté más cansada y no tenga ganas de salir o de hacer algunas actividades.

Cuando nace el bebé, la atención de la mujer se concentra en él por instinto, y muchos hombres se sienten relegados en esa nueva familia que se acaba de formar. El nacimiento de un hijo es una experiencia tan intensa que incluso puede ser el detonante para que se desencadenen algunas enfermedades psiquiátricas. No obstante, la mayoría convive con la ambivalencia, que es la existencia de sentimientos opuestos: profundo amor por el hijo y momentos en los que desearía volver a estar solo en pareja. Pero esto se supera, el tiempo ayuda a incorporar al nene y a quererlo cada vez más.

Los padres y sus bebés

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Los descubrimientos de los grandes pediatras cambiaron en forma radical el concepto que se tenía sobre los bebés. Hace años se los fajaba, en parte como una forma de inmovilizarlos, y además se los mantenía en la oscuridad y en silencio mientras descansaban, porque se creía que todo estímulo los alteraba. El descubrimiento de que los bebés se conectan con el medio ambiente en forma rápida ayudó a que se los incluyera mucho más en la vida diaria de las familias y se apreciaran sus habilidades y capacidades. Este cambio se acompañó con la incorporación del varón a la crianza de los chicos de un modo más activo y práctico.

Mientras que antes se le pedía que saliera de la habitación cuando la mujer estaba por dar a luz, y ella quedaba junto con su madre, hoy en día se propone que participe de la experiencia del parto y se comprometa tanto como la mujer.

El padre tiene un definido rol psicológico en la crianza de los hijos: básicamente representa el puente hacia el mundo exterior, mientras la madre es el alimento y el mundo interior, el de las reglas de la casa. El tiene algunas funciones especiales como, por ejemplo, enseñarle a mantener el equilibrio emocional ante estímulos fuertes. Con los juegos más bruscos y el tono de voz más grave, los niños aprenden a convivir con la fuerza.

En principio se sobresaltan y se excitan, pero se dan cuenta de que esta actitud más enérgica termina bien. Ese grado de vigor, típico del padre, le sirve al niño para su desarrollo. No tiene que llegar a sobreexcitarlo ni, por supuesto, a lastimarlo, pero con el juego más dinámico le enseña a no asustarse ante cualquier estímulo fuerte.

 

Beneficios de la lactancia para el niño y su madre

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¿Por qué tanta insistencia en la lactancia materna? La respuesta es por sus beneficios tanto para la madre como para el niño:

Para la madre

-La lactancia materna iniciada de inmediato favorece la contractilidad uterina por la liberación de la hormona ocitocina reduciendo así cantidad de sangrado post parto.

-Si la madre en los primeros 6 meses da de mamar en forma sistemática, frecuente, reglada y exclusiva se inhibe la ovulación siendo un método anticonceptivo.

-La lactancia materna es una manera excelente de quemar calorías dado el alto gasto energético que insume. De esta forma ayuda a recupe la silueta.

-Estudios poblacionales han demostrado que la lactancia materna es un elemento protector para el desarrollo de cáncer de mama y cáncer de ovario.

Para el niño

Las tasas de mortalidad infantil son menores cuando se compara niños alimentados con pecho exclusivo con los demás.

El desarrollo  psico intelectual es más alto cuando se compara niños alimentados con lactancia materna exclusiva en relación a los demás.

Existen estudios observacionales que sugieren que los niños alimentados con pecho exclusivo tienden a tener en el desarrollo de su vida menor incidencia de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, etc.

El espacio destinado al niño

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¿Qué espacio y cuánta superficie se debe reservar a los hijos en la casa? ¿Cómo se puede organizar ese espacio adecuadamente? Son muchos y variados los aspectos que se deben tener en cuenta. Cada niño debería tener su espacio personal, en el cual se sienta protegido y donde pueda expresar su indispensable autonomía, en cada una de las etapas del desarrollo: para dormir, aislarse y desempeñar actividades autónomas.

Dicho espacio debe, a la vez, estar comunicado con los demás espacios de la casa, no sólo para que los padres puedan acudir cuando el recién nacido reclama su atención, sino sobre todo para que el niño se sienta en relación con “los demás” en todo momento, ya sea advirtiendo el espacio del alojamiento como una continuidad, o a través de las luces, los rumores y los sonidos procedentes de las demás zonas de la casa. Y luego, a medida que el niño crece, necesita sentir durante el transcurso de su educación que dispone de un espacio “suyo”, apto para relacionarse con los demás.

Si se tiene más de un hijo, se deberá prever un espacio más amplio: se pueden juntar dos pequeñas habitaciones individuales en una sola de mayor superficie tras tirar la pared que las separaba; no obstante, en caso de necesidad, esta habitación se podrá dividir en dos espacios reservados a las actividades individuales, por medio de mamparas móviles, que se apartarán con facilidad durante las horas de uso común de la estancia. Por supuesto, existe una multitud de buenas soluciones, adecuadas a las características del alojamiento y a las necesidades de cada familia, si bien la exigencia fundamental en todos los casos es que permita conciliar los momentos de aislamiento con los de vida en común y que comunique eficazmente entre sí las diferentes partes de que se compone el alojamiento.

 

Detección de problemas óseos en el recién nacido

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• La detección de una limitación en el movimiento de abducción (desplazamiento hacia el exterior) del muslo. Normalmente, esto se puede observar algún tiempo después del nacimiento; y esta alteración es debida al “acortamiento” de los músculos del muslo. Se tumba al niño sobre la espalda, se flexionan sus muslos sobre la pelvis y luego se hacen girar hacia afuera. En el caso de un niño normal, los muslos están en condiciones de realizar un arco de 90° en relación al plano sobre el que está tumbado. En caso contrario, se suele pensar en la existencia de una preluxación. Este examen debe repetirse en diversas ocasiones durante los meses posteriores al nacimiento. Tened presente que a veces esta prueba da un resultado positivo, debido a las modificaciones del tono muscular.

La simetría de los pliegues cutáneos. Esta prueba se realiza también durante las primeras semanas posteriores al nacimiento. Sobre el muslo de la pierna en la que aparece el defecto faltan (o están situados más arriba en relación con el muslo sano) los pliegues cutáneos. Sin embargo, este signo, al que antes se daba una gran importancia, está actualmente en entredicho, y muchos no lo aceptan como tal.

• Finalmente, el examen radiológico. Con mucha frecuencia, los resultados (diagnóstico) no son fiables debido a la osificación incompleta que presentan a esta edad las cabezas femorales.

Inmediatamente después del nacimiento, la maniobra de Ortolani puede ser el único modo de saber con seguridad si existe o no una preluxación de la cadera.  En cambio, otras malformaciones son mucho más evidentes. Así ocurre, por ejemplo, con:

• el pie deforme congénito. Se distingue entre una forma falsa y una verdadera. En el primer caso, la anómala posición de los pies se debe simplemente a una imperfección de las diversas estructuras músculo-tendinosas y puede ser corregida mediante simple fisioterapia. En cambio, el pie deforme congénito verdadero es más frecuentemente bilateral. En la mayoría de los casos, el pie está girado hacia adentro. Es menos habitual que esté desplazado hacia arriba o hacia afuera. En todos estos casos es necesario iniciar lo antes posible el tratamiento adecuado para la completa corrección del defecto.

Fuente crecebebe.com

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