Todos sabemos lo que debe entenderse por contracción de un músculo. También el útero, como se ha explicado antes en la parte relativa a la anatomía, contiene en sus paredes una gruesa capa de musculatura. Al contraerse, esta capa muscular provoca el endurecimiento del útero y la disminución de su espacio interno, favoreciendo con ello la expulsión del feto. La progresión del feto en el canal del parto es posibilitada y ayudada por las contracciones de la musculatura uterina y por las llamadas fuerzas auxiliares, o sea, por las contracciones de los músculos de las paredes abdominales y del diafragma.
Durante el parto, la contracción uterina presenta los siguientes caracteres:
Involuntariedad, o sea independencia de la voluntad, como lo demuestra el hecho de que se presenta también durante la narcosis, cuando la voluntad está abolida.
Intermitencia, o sea a intervalos, con períodos de pausa primero larga y después cada vez más breve (de 20-18-16 minutos al principio, y 5-3-2 minutos al final). Las contracciones son de extensión rápida y progresiva, o sea que, iniciadas en un determinado punto del útero, se propagan con un progresivo aumento de intensidad a todo el útero, alcanzando el punto culminante de la contracción casi simultáneamente.
Cuando la contracción se ha extendido a todo el órgano, alcanza el máximo de intensidad y de potencia y después se extingue progresivamente, siguiendo una parábola descendente hasta la fase sucesiva de reposo, en la cual el útero recupera su forma y consistencia normales. La intensidad de las contracciones es progresiva en toda la duración de los esfuerzos. Las contracciones iniciales son débiles al principio y se tornan poco a poco más fuertes a medida que las fases de dilatación se van produciendo para culminar en las más potentes del período expulsor.
Tipos de parto
Cuando el embarazo llega a su término, se asiste a la aparición de una serie de fenómenos que constituyen el «trabajo del parto» y que tienen como objeto la expulsión del feto y de los anexos del huevo: placenta y membrana. El feto, que en condiciones normales se encuentra en la cavidad uterina y dispuesto en sentido longitudinal, con la cabeza hacia abajo, deberá recorrer el canal constituido por el cuello del útero y la vagina.
Con respecto a sus modalidades de realización, el parto se divide en:
Eutocia: parto normal espontáneo o fisiológico.
Distocia: parto difícil, operatorio o intervenido, o patológico.
Según el número de los fetos paridos, se divide en:
Parto simple: si es parido un solo feto.
Parto gemelar o múltiple: si son paridos dos o más fetos. La frecuencia del parto múltiple es diferente según el número de fetos expulsados. Se verifica un parto doble por cada 80 partos simples, y un parto triple por cada 6.400 partos simples.
Parto a término: todos los partos que tienen lugar entre el día 275 y el 295 a partir de la fecha que representa el comienzo de la última menstruación.
Parto prematuro: cuando tiene lugar antes del día 275 y después del 185.
Aborto: cuando se verifica en las primeras 28 semanas del embarazo. Sin embargo, es muy difícil que la vida del feto pueda ser salvada antes del día 210.
Parto tardío: cuando el embarazo ha rebasado el día 295.
El desarrollo del parto puede dividirse en cuatro períodos : prodómico, dilatador, expulsor y placentario.
El parto en casa
En las últimas dos o tres décadas, como parte integrante de una filosofía de la vuelta a lo natural, comienza a perfilarse una tendencia al cuestionamiento de la asistencia del parto en las instituciones, propugnando la atención fuera de las mismas y proponiendo como alternativa el parto domiciliario.
En esta propuesta el parto pasa a ser un hecho enteramente familiar, del cual no se excluye al esposo ni a ningún otro integrante de la familia. El reclamo es, a todas luces, justo. Quizá la respuesta no sea la adecuada. Hecha la demanda, surge la oferta. Profesionales de la medicina incorporan a su práctica técnicas no tradicionales; surgen nuevos nombres para designar lo que desde siempre debió ser llamado parto normal.
Las palabras “goteo”, “episiotomía”, adquieren una connotación negativa. La consigna es: si el parto es un hecho natural, nada malo puede pasar. El reclamo de las pacientes parece ser: “si antes recibían mucha medicación, y esto es malo, ahora, lo indicado es no dar medicamento alguno”. La antinomia no tiene sentido, esta actitud es tan peligrosa y carente de sentido como aquellas a las que intenta oponerse.
Si bien es cierto que la gran mayoría de los partos transcurre dentro de la normalidad, por cauces ya establecidos por la naturaleza a través de millones de años, y no necesita de la atención médica para realizarse, ello no implica que el “no-intervencionismo” justifique el “no-cuidado”.
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