Búsqueda personalizada

jueves, 14 de julio de 2011

Conociendo a tu bebe



Cuando en el curso de un alumbramiento clásico, el médico muestra el niño a la madre, dos mujeres de cada tres exclaman: «¡Dios mío, qué feo es!».

Sin embargo, eso no es cierto; simplemente, se trata de un bebé que acaba de nacer, y que por lo tanto ha realizado una hazaña poco corriente. Basta con recordar las fotos de los campeones de ciclismo o de las carreras pedestres cuando llegan vencedores a la meta: sudando a mares, congestionados, con el cabello pegado sobre la frente y la respiración jadeante.

Pues bien, tu hijo presenta un aspecto parecido al venir al mundo: congestionado, jadeante, mojado, con el cabello pegado sobre la frente… Un verdadero campeón.

De hecho, si está mojado es a causa del líquido amniótico; si su respiración es rápida es porque su ritmo suele serlo en el recién nacido, y si está rojo es porque acaba de sufrir una seria compresión del rostro y porque, además, sierrfpre aparece un poco de sangre.

Si tu hijo te sorprende es tan sólo porque no te habías imaginado en absoluto el aspecto de un niño al nacer, sino el de los bebés que estás acostumbrada a ver, bebés de semanas o meses y que, en cualquier caso, están limpios, bien peinados y con un bonito tono rosado.

Pero tranquilízate, en cuanto la comadrona o la puericultora lo aseen estará mucho más presentable.

En realidad, cuando verdaderamente podrás ver y acariciar a tu hijo, si exceptuamos esa corta y sorprendente toma de contacto en la sala de partos, será varias horas después, en tu cuarto.

Tu exploración se reanudará cada vez que estéis juntos, en las horas y días siguientes.

Vas a descubrirlo poco a poco, observando y acariciando cada centímetro de su piel con gran dulzura y asombro.

No aceptes que te quiten a tu hijo. En la mayoría de las clínicas y hospitales, el personal médico suele llevarse al bebé lejos de la madre casi durante dieciocho horas diarias.

Si bien es normal (y aun eso habría que verlo) que te lo quiten las primeras noches para proporcionarte un merecido reposo, debe permanecer a tu lado la mayor parte del día. No olvides que en la guardería las enfermeras y puericultoras que se ocupan de todos los niños a la vez son eficientes, desde luego, pero a menudo van con demasiadas prisas. Ese personal, aunque devoto, no tiene tiempo para ocuparse de tu bebé, para abrazarlo y acariciarlo, lo que tanto necesita…

Tampoco aceptes dejarte dominar por las puericultoras o enfermeras, que suelen dar de inmediato la sensación de que «no sabes» ocuparte de tu hijo. Al saberte inexperta, tiendes a creerte demasiado incompetente para que te lo confíen sin peligro.

Aparte de algunos detalles técnicos (poner los pañales, presentar el pecho para la mamada, limpiar los pezones, etc.), tu instinto te guiará con mayor seguridad que cualquier puericultora, incluso la más bienintencionada. Tu bebé es tuyo, te necesita sólo a ti; permanece a su lado siempre que puedas y exige que te lo dejen lo más posible.



Primeras palabras en el Recien Nacido


Algunas palabras sobre la reanimación del recién nacido

Me parece que, para abordar el parto con entera confianza, no está de más que te hable un poco de lo que los médicos denominan la reanimación neonatal, y que constituye el conjunto de técnicas destinadas a ayudar a tu hijo si ha sufrido durante el alumbramiento.

Ya te he hablado de los métodos modernos de vigilancia del niño durante el parto, métodos que permiten descubrir desde el primer momento las señales de que el feto está sufriendo y actuar de inmediato en consecuencia.

Pues bien, los métodos de reanimación neonatal están destinados a cuidarle y curarle en cuanto ha nacido. Por supuesto, en la gran mayoría de los casos, el bebé está en plena forma, por lo que dichas técnicas carecen de utilidad; sin embargo, creo que te tranquilizará saber que existen y que pueden ser utilizadas para ayudar al niño a franquear un momento difícil.

«Reanimación» no significa forzosamente «drama»; hay mucha diferencia entre el bebé que tarda un poco en gritar, o cuyo color no es del todo rosado, y el que no respira o no le late el corazón.

Me apresuro a añadir que la mayoría de las veces que se recurre a dichas técnicas sólo se trata de pequeñas debilidades, con un índice de Apgar superior a 5, y que unos sencillos gestos bastan para ponerlo todo en orden en pocos minutos.



Oxigenación del feto


El estudio intrauterino de la oxigenación del feto

Se trata de una técnica más compleja y sofisticada, cuyo uso no está todavía tan difundido como el registro continuo, del cual es sin (embargo complementario.

El principio consiste en realizar una pequeña punción sanguínea (una gota) en el cuero cabelludo del feto, todavía en el vientre de la madre, y analizar esa gota de sangre con ayuda de un equipo apropiado transportable.

Dicho análisis informa sobre el grado de oxigenación de la sangre del niño y sobre su grado de acidez, lo que constituye una prueba directa de su vitalidad y, en consecuencia, de la buena marcha del parto. En efecto, uno de los primeros indicios de que el feto lo está pasando mal, durante la fase de dilatación, es precisamente un aumento de la acidez de la sangre.

En la práctica, este método se utiliza sobre todo cuando el registro continuo ha revelado un comienzo de modificación de los latidos cardiacos y cuando se desea controlar directamente la realidad y el grado de sufrimiento del feto, a fin de decidir si se prosigue el alumbramiento o se procede a realizar una cesárea.

Así pues, se trata de un método interesante y preciso en extremo, pero su relativa complejidad nó ha permitido que lograra el mismo éxito práctico que el registro electrónico.



Vigilancia electrónica del Feto


La vigilancia electrónica continua

Se basa en el principio de registrar por medio de la electrónica y de modo permanente, en un gráfico constantemente legible, el ritmo de los latidos del corazón del feto, por una parte, y por otra, el ritmo y la intensidad de las contracciones uterinas.

El estudio comparativo de estos dos datos fundamentales permite una vigilancia extraordinariamente minuciosa y precisa de la marcha del motor uterino y de las reacciones del feto.

En la práctica, las complejas maquinarias de la época de los pioneros (1960-1970) han sido sustituidas por pequeños aparatos electrónicos miniaturizados y de cómodo manejo.

Se coloca sobre el vientre de la madre, contra el útero, el microcaptor que está unido por un cable ai aparato. Éste transcribe su información sobre una tira de papel pautado y, si se desea, indica el ritmo de los latidos del corazón del feto por medio de una señal sonora y luminosa. Así, y de modo permanente, se puede vigilar el corazón del niño y las contracciones uterinas durante todo el proceso del parto.

Si bien esta vigilancia electrónica no es indispensable en todos los partos, resulta particularmente útil en los casos en que surgen dificultades, cuando se utiliza medicación (ocitócicos, por ejemplo) o cuando se trata de un embarazo que presenta grandes riesgos.

Con la ayuda de las perfusiones medicamentosas y el registro electrónico continuo, el partero moderno puede casi llevar el parto de un modo tan rigurosamente científico como un piloto de líneas aéreas posa su aparato sobre una pista de aterrizaje.



Noches sin dormir


Da lo mismo si fue el bebé el que decidió pasar la noche de baile, si nos excedimos con la cena, se nos fue un poquito la mano con el alcohol, o las preocupaciones y el estrés no nos dejaron dormir en toda la noche: el resultado es exactamente igual.

A la mañana siguiente, la falta de descanso se nota en el cuerpo (no tenemos fuerzas ni para levantarnos de la cama), y se refleja claramente en todo: la piel está apagada y grisácea; los párpados, hinchados; los ojos, enrojecidos y el pelo, mustio y sin brillo.
Urge tomar medidas para conseguir ponernos en marcha y empezar el día con un aspecto saludable (al menos en apariencia).

Nada de levantarse bruscamente de un salto; lo primero que debemos hacer es sentarnos y desperezamos, estirando los músculos y las articulaciones lentamente, como un gato. Esto ayuda a relajar la musculatura y activa el sistema circulatorio del organismo. Si no hace demasiado frío, es muy bueno abrir la ventana y respirar lenta, suave y profundamente varias veces para favorecer la oxigenación del cerebro. Se toma el aire por la nariz, se mantiene unos cinco segundos en los pulmones y se expulsa por la boca.

Para desentumecer el cuerpo, nada mejor que fle-xionar ligeramente las rodillas y sacudir suavemente, pero con energía, los pies, las piernas, los brazos y la cabeza.

Quien tenga fuerzas, puede hacer algo más de ejercicio. Una rutina de gimnasia o, en su defecto, unos minutos de baile al ritmo de una música alegre y estimulante hacen maravillas en el sistema circulatorio.

También es muy bueno acostarse en el piso, elevar las piernas y apoyarlas sobre la pared, y mantenerlas así uno o dos minutos.


Fuente el-bebe.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario