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domingo, 1 de mayo de 2011

Una adecuada estimulación infantil genera adultos menos violentos



En Estados Unidos, un estudio se viene realizando desde hace dos décadas, para medir el impacto que puede tener en el niño un programa para alentar la interacción y el juego con sus madres.

Así, a más de veinte años del nacimientos de aquellos bebés estudiados en la estimulación temprana, se determinó que tienen coeficientes intelectuales (CI) más elevados, más logros educativos y menos participación en actos violentos comparados con quienes no habían recibido esa estimulación temprana.

“Lo más interesante fue la reducción en el tiempo de las conductas violentas, algo que no habíamos demostrado antes”, dijo la doctora Susan Walker, autora principal del estudio y profesora de la Universidad de las Antillas, en Jamaica.

Este estudio comenzó en la década del 80’ estudiando a 129 bebés con cierto retraso del crecimiento, provenientes de zonas pobres.

Un grupo participó de un programa de estimulación, otro grupo recibió leche de fórmula enriquecida y al tercero se le aplicaron ambas intervenciones. Un cuarto grupo creció sin estas ayudas (grupo de control).

El programa de estimulación incluyó la visita semanal de una mujer que le enseñó a las madres a jugar con sus bebés y a hacerlos participar en las actividades diarias. Además, les dejaba juguetes y libros cada semana.

Los participantes, ahora de 22 años, que habían recibido estimulación materna tenían un coeficiente intelectual mayor: 6 puntos más que los que no habían tenido esa interacción.

Eran además un 65 por ciento menos propensos a participar en peleas y delitos violentos, y rendían mejor en los test de matemática y lectura.

Ninguna intervención ayudó a reducir el consumo de alcohol o cigarrillos o el embarazo adolescente, ni extender la educación formal más allá del secundario. Y los participantes conservaron una contextura más pequeña que sus pares, quizás resultado de la malnutrición infantil.

Así, se concluyó en la importancia de extender este tipo de programas a todos los países subdesarrollados, ya que es mucho lo que se puede avanzar simplemente dándole apoyo a una mamá para que interactúe con su hijo.


¿Lo que comen los padres no tiene influencia en lo que comen los hijos?


Este es uno de esos titulares que coloco entre interrogaciones porque no me los creo demasiado. Una revisión sistemática de distintos estudios previos parece concluir que los hábitos alimenticios de los padres influyen poco en los hábitos de los niños.

¿Significa esto que debemos despreocuparnos de proporcionarles a nuestros hijos unos hábitos alimentarios saludables? Definitivamente, no, porque si hay unas buenas bases será más difícil que caigan en hábitos perjudiciales.

Muchas veces hemos hablado de la importancia del ejemplo paterno, y esta no es una excepción. Otros estudios confirman que los hijos de familias con peores hábitos alimenticios son más obesos, y que comer en familia es saludable para todos.

Investigadores de la Universidad de Baltimore piensan que los hábitos de los padres influyen poco en lo que comerán sus hijos, pues en este sentido tienen mucho más peso lo que comen en comedores escolares y el grupo de amigos con el que salen.

Así se recoge en un artículo publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health, que ha recopilado y comparado todo lo publicado sobre el tema desde 1980 hasta 2009. La conclusión es que los parecidos entre los hábitos dietéticos de padres e hijos son pocos.

Los informes se han recogido no sólo en Estados Unidos, sino en diversos países, y todos ellos coinciden en que, en contra de lo que pensamos, los hijos no copian a los padres a la hora de elegir cómo se alimentan. Los alimentos que se venden en su entorno, lo que comen en los comedores escolares y los hábitos de su círculo de amigos son mucho más decisivos a la hora de determinar sus hábitos futuros.

Y, aunque no se puede acceder al estudio completo y no aparecen las edades de los niños, se supone que son algo mayores, ya que parece que en el curso de los años el papel ejemplarizante de los padres pierde mucha fuerza en lo que se refiere a la comida.

Pero me parece que nuestros hijos pequeños no salen por ahí con los amigos a merendar lo que les apetezca… de momento. Muchos no van a comedores escolares y tampoco, en teoría, van comprando la comida ellos solos en máquinas expendedoras, pero por si acaso no está mal que las chucherías, la bollería industrial y los refrescos desaparezcan de los colegios.

La importancia de un menú escolar adecuado, como hemos comentado en tantas ocasiones, también se pone en evidencia con estos datos. La prevención de la obesidad se hace desde la escuela, desde la familia, la sanidad, y en definitiva toda la sociedad.

Con todo lo expuesto, pondremos nuestro granito de arena (que no creo que sea tan pequeño) y en casa seguiremos intentando dar ejemplo de buenos hábitos alimenticios a los hijos, igual que intentamos darles ejemplos positivos en tantos ámbitos. Que ya habrá tiempo cuando crezcan de que se les presente la posibilidad de tomar caminos diferentes (o no) y de escoger.


Niños Y mascotas


Seguir unas normas básicas para prevenir accidentes es importante para garantizar la seguridad del bebé. Cuando el niño comienza a gatear puede estar a la misma altura que perros y gatos, por muy bueno que sea el perro o el gato sus reacciones pueden ser imprevisibles, lo mismo que las reacciones del niño.

Muchas mamás cuentan como los niños siguen al perro o al gato y le estiran de a cola. Para los niños una mascota es un compañero de juegos y les encanta tocarlos y jugar con ellos.

En general los perros y gatos conviven muy bien con los niños pero no nos olvidemos son animales que actúan por instinto. Si se sienten amenazados, si les duele algo, o si piensan que les arrebatas su comida pueden darnos un susto.

El niño ha de aprender que las mascotas no son juguetes de peluche con los que puede jugar a su antojo, son seres vivos a los que ha de aprender a respetar.

Niños, bebés y mascotas, consejos

* Tener precaución, nunca dejes a un niño pequeño solo con la mascota, no importa cuan dulce, suave o amoroso sea el animal.

* Divida a las mascotas y al niño o niños con puertas o barreras. Usar una puerta para evitar el bebé no se vaya donde está el perro o gato. Tener al perro en una zona cómoda pero donde no le sea fácil llegar al niño y viceversa. No solo protegerás al niño el perro sino que también si el niño es travieso y no para de tirar de la cola al perro el perrito tendrá un lugar donde estar tranquilo.

* Enseñar al niño a lavarse las manos después de tocar o jugar con la mascota. No llevarse las manos a la boca ni tocar comida sin lavarse las manos.

* Si el perro no acepta bien al niño o bebé hay que llevarlo a un adiestrador, no tener nunca perros en casa que manifiesten una conducta violenta puede ser peligroso sobre todo si hay niños pequeños.

* Al niño conforme puede entender enseñarle que no debe chillar, tirar de la cola, saltar , estos comportamientos pueden poner nervioso al perro o al gato.

* Precaución no jugar con el perro o gato al escondite. No acercarse a un perro de forma sigilosa por la espalda, el perro puede sentirse amenazado y atacar.

* A los perros no les gustan mucho los besos y abrazos. Mejor enseñar al niño a acariciar en el lomo al perro o gato, ser suave, no gritar ni poner nervioso al perro o gato.

* Los gatos prefieren estar pisando el suelo, si el niño coge al gato en brazos el gato puede sentirse incómodo y tratar de saltar y arañar al niño en el intento.

* Respeto hacia el animal. No se molesta al animal si está durmiendo, comiendo, royendo un juguete. El niño ha de aprender que la mascota necesita estar tranquilo mientras duerme o come. Los juguetes del perro o gato no los debe coger el niño.

* Primero por higiene del niño y segundo porque es algo que el perro o gato considera suyo y puede enfadarse si el niño se lo quita.

* Los perros y gatos no deben dormir en la misma cama que los niños, aunque el niño se empeñe. Enseñarle que el perro necesita su propio espacio. Que no es higiénico que un perro o gato duerman en la cama con un niño.

* Los perros y gatos son una de las fuentes de alérgenos en el hogar. Vigilar la higiene y control de plagas en la mascota y si el niño manifiesta síntomas de alergia.

* Los gatos son muy independientes, si el gato ronronea está indicando que está a gusto, pero si mueve la cola de forma rápida está demostrando está incómodo. Enseñar al niño a no atosigar a las mascotas.

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