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jueves, 12 de mayo de 2011

Tu hijo no quiere comer?

En muchas ocasiones los padres, con un gran deseo de que el niño esté bien nutrido, hacen de la hora de la comida el momento de más tensión en el hogar, con angustia, ansiedades y reproches a la conducta del niño frente al alimento. Los niños tienen la sabiduría natural frente a sus necesidades fisiológicas. Se come por necesidad, no por obligación.

El hambre, que es la normal demanda del alimento, es diferente al apetito que es el normal deseo de satisfacer el gusto. La conducta alimenticia necesita una guía y nadie mejor que la madre para valorar este hecho de gran importancia en el crecimiento físico y emocional del hijo. Ante el problema señalado existen varios manejos:

- La hora de la comida debe ser agradable y necesaria para el niño.. Evitar que se condicione al castigo si no concluye el plato

- Ayude al niño ante la percepción de la comida. Sírvale en el plato más grande la misma cantidad de comida a modo que perciba poca comida dentro de su plato.

- Puede motivarle el poner la mesa, dejar que él mismo se sirva, y que decida y tenga autonomía sobre sus gustos alimenticios.

- Siempre que puedas permítale que coma con los padres para que se apropie de los hábitos alimenticios de su familia, asimilando la conducta y modelos de ésta.

- Permitirle escoger su menú puede influir en el éxito o fracaso de su alimentación. El éxito no significaría solamente que los alimentos ingresen al niño, sino el desenvolvimiento natural y saludable de la criatura al alimentarse.

- No permitirle complacencias y exquisiteces. Eso sólo ubicaría a usted y a su hijo dentro de otro problema. La hora de la comida tiene un lugar, un tiempo y un fin claro y necesario.

No pretenda que el niño coma la misma cantidad de alimento que vosotros. Deje que él decida y coma la cantidad de comida que necesita para satisfacer su hambre y desarrollar de forma sana sus gustos. Si el problema se hace crónico y llega a crear malestar emocional sin soluciones en la familia, por favor consulte un especialista.

Tomado de www.cucutras.com


Adolescentes que fuman

La creencia de que el hábito de fumar sólo tiene consecuencias a largo plazo, casi siempre limitadas a problemas respiratorios, es uno de los facilitadores para que los adolescentes se inicien en el consumo de tabaco. Y esto lo saben muy bien las compañías tabacaleras que dirigen sus proyectiles publicitarios a este segmento de la población.

Pero un reciente estudio del equipo médico del Hospital de Niños del Centro Médico de Cincinatti, Estados Unidos, contradice esta creencia y advierte que los jóvenes que fuman tienen más probabilidades de deprimirse que los no fumadores. Los resultados publicados recientemente en la revista especializada estadounidense Pediatrics, ponen en entredicho el que los adolescentes fumen para ganar seguridad y hacer frente a sus problemas anímicos y -por el contrario- se revela que con seguridad desarrollarán cuadros depresivos de diversa intensidad.

Estudio a gran escala

La investigación consistió en una encuesta de alcance nacional entre jóvenes norteamericanos, los que fueron seguidos durante un año, tiempo en el cual se les realizó chequeos sicológicos y médicos. "Comenzar a fumar dentro de los primeros 30 días del estudio, fue un importante predictor de que el sujeto iba a hacer un cuadro depresivo dentro del año siguiente", advierte la doctora Elizabeth Goodman, del hospital de Cincinatti.

Los muchachos que fumaban tenían cuatro veces más riesgo de deprimirse que sus compañeros no fumadores, según este trabajo. Inesperadamente, los datos revelaron también que los no fumadores que estaban deprimidos al inicio del estudio no tenían mayor probabilidad de transformarse en fumadores -dentro del año siguiente- en comparación con los jóvenes que se mostraban entusiastas y de buen ánimo.

Los investigadores afirman que tanto la nicotina como otros derivados del tabaco, producen cambios de importancia en la química cerebral, lo que se traduce en interferencias que impiden el accionar del neurotransmisor conocido como serotonina. La explicación es respaldada por evidencia reciente de que los medicamentos antidepresivos son de gran ayuda para que los adultos fumadores sean capaces de dejar este hábito.

Problema de salud mental

El estudio sugiere que los jóvenes adictos al tabaco son un tema de salud mental que requiere de urgente atención por parte de las autoridades. "Fumar no es un hábito que le hace mal a los adolescentes porque se van a enfermar en 30 ó 40 años más. Los daños que se producen aparecen en el corto plazo", advierte el doctor John Capitman de la Universidad Brandeis, quien estuvo a cargo del diseño, seguimiento y análisis de este trabajo.

A esta investigación se une otra de la Universidad de Minnesota, que confirma que el consumo de tabaco a temprana edad no sólo facilita que la persona sea un gran fumador cuando adulto. Además, ayuda a que el afectado desarrolle otros hábitos de vida poco saludables como es el consumo de alimentos con alto contenido de grasas y la reducción de la actividad física. La mala nutrición y el sedentarismo terminan por alimentar un círculo vicioso que refuerza la adicción al tabaco.

Por esto, los expertos advierten que cualquier postergación en el inicio del tabaquismo entre los jóvenes, así como cultivar estilos de vida saludables como hacer deporte, permite atenuar la adicción que éstos desarrollarán con los años y facilita el abandono de este nefasto hábito.




la permisividad de los padres

La frivolidad es permisiva y temeraria. Por eso considera timoratos a los padres prudentes y responsables.

Como no tiene nada que perder, no tiene nada que defender. Sólo quien valora algo y lo tiene en mucho, no lo expone a riesgos innecesarios. La permisividad carece de valores. La indecisión o la comodidad de los padres acaba en permisividad. Los valores no son transables por las costumbres o modas del momento. No se someten al abuso de las mayorías, reales o aparentes. Lo que la mayoría hace o dice hacer no puede elevarse a la categoría de valor, aunque pese en el ambiente.

No es nada novedoso comprobar que la mayoría camina por un plano inclinado hacia la facilidad. ¡Tantos cuidados para que los hijos pequeños no jueguen con fuego, en tanto que a los hijos adolescentes se les deja entrar en la hoguera como si nada!. ¿Por qué se teme tanto disgustar al hijo adolescente, cuando justamente es la permisividad lo que los hace temibles?

La permisividad es al comodidad del momento, pero trae consigo muchas incomodidades posteriores. Hay padres que mantienen una ignorancia culpable de lo que hacen sus hijos adolescentes fuera de casa. El frívolo es la caricatura del adulto, ya que no pasa de ser un adolescente que no maduró y al que le quedan grandes las responsabilidades, afrontándolas con caprichosa inmadurez.

La frivolidad no tolera el paso de los años, porque se identifica con los falsos valores de la juventud. Al ver que está se le escapa, intenta sujetarla aferrándose a las modas de los jóvenes. El adolescente que anda en malos pasos rehuye la vida de la familia, y sólo se siente a gusto con sus cómplices. Es triste comprobar que hay padres que se preocupan más del precio de las acciones, que de las acciones morales de su hijo. ¡Que lastima! Tanto éxito en la vida profesional a costa de que la propia familia sea un fracaso. "¡Haz lo que quieras! Me da lo mismo".

"Me das lo mismo" Es cierto. No siempre se dice así, textualmente, en ese tono, pero eso es lo que se quiere decir. Quitarse los hijos de encima es una expresión terrible, pero cuántos padres practican este deporte temerario, por indolencia, por comodidad, por desinterés, o simplemente por falta de valores o por valores equivocados.


Fuente aciprensa.com

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