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jueves, 12 de mayo de 2011

20 PREGUNTAS MÁS FRECUENTES

¿Qué valores transmitir? ¿Es mejor ser autoritario o permisivo?¿Cómo saber cuándo nos equivocamos?...

Esperamos que esta pequeña guía les ayude a resolver las dudas que aún quedan.


1. -¿CUÁL ES LA CLAVE PARA EDUCARLES?

De forma unánime, los expertos opinan que el modelo de los padres es el mayor referente para los hijos. Por lo tanto, conviértete en un buen ejemplo a seguir y, sobre todo, reconoce ante ellos tus errores y pide perdón.


2.- ¿CÓMO LES PONGO LÍMITES?

Los hijos necesitan normas para organizarse y adquirir buenos hábitos. La autoridad les ayuda a crecer.

Para ganarte su respeto: sé ecuánime y coherente, mantente firme y no cedas, por pereza, al conflicto.


3.- ¿QUÉ ESPERAN MIS HIJOS DE MÍ?

Según las encuestas, su mayor deseo es que los padres les dediquen tiempo, se preocupen por ellos, presten atención a sus necesidades y les escuchen. Necesitan saber que vas a estar a su lado, ocurra lo que ocurra.


4.- ¿CÓMO LES ENSEÑO VALORES?

Con el propio ejemplo, pues los niños aprenden de aquello que observan, especialmente en los padres. Los cuentos sobre amistad, generosidad, solidaridad, etc., pueden ser un gran aliado en esta misión.


5.- ¿CÓMO CREAR UNA FAMILIA UNIDA?

Procuren pasar juntos el mayor tiempo posible, compartan actividades de ocio que les diviertan, dejen que sus hijos les hablen y se expresen libremente. Muéstrenles su afecto, cumplan sus promesas.


6.- ¿CÓMO DEBO CONVERSAR CON ELLOS?

Escucha de forma activa, sé empático, resume sus ideas y amplía información, elige el momento y el lugar adecuados para charlar, llega a acuerdos con ellos, recompénsales por sus buenas conductas, reconoce cuándo tienen razón, acaba siempre con una sonrisa. al conflicto.


7.- ¿CÓMO FORTALEZCO SU AUTOESTIMA?

Demuestra que le quieres como es, dale cariño, evita comparaciones y expectativas irreales, elógiale por sus logros, ayúdale a que haga amigos, intenta que pase tiempo con los abuelos, destaca lo positivo.


8.- ¿CÓMO LE AYUDO CON SU DEPRESIÓN?

Para identificarla lo antes posible, presta atención a estos síntomas: visión negativa de la vida, falta de concentración, sentimiento de impotencia, retraimiento, pérdida de peso, insomnio. Si exceden el mes, acude al especialista.

9.- ¿CÓMO LE MOTIVO A ESTUDIAR?

Instaura el hábito cuando es pequeño: empieza jugando (sumar y restar juguetes), leyendo juntos, mirando dibujos animados educativos y haciéndole preguntas…El disfrute le impulsará a ganar responsabilidad.


10.- ¿CÓMO LE ENSEÑO A SER ORDENADO?
La clave infalible está en el juego y la diversión desde la infancia: «¡A ver quién recoge antes los juguetes!», «Si tienes ordenada la habitación esta semana, iremos al zoo.»


11.- ¿POR QUÉ MIENTE?

Los niños aprenden a mentir entre los 5 y los 8 años. Lo hacen para evitar castigos, obtener recompensas, protegerse, ganar admiración, evitar la vergüenza. Ante su uso sistemático, acudir al especialista.


12.- ¿CÓMO REEDUCO A MI HIJO TIRANO?

El niño con Síndrome del Emperador es fruto de una educación excesivamente permisiva. Si no logran imponer autoridad y son víctimas de abusos y maltratos físicos y psíquicos, pedir ayuda.


13.- ¿CÓMO PUEDO COMBATIR EL BULLYING?

Los signos de acoso escolar suelen ser: rechazo al colegio, menos rendimiento escolar, golpes inexplicables, ansiedad, etc. Trabaja la confianza con tu hijo y ejerce una acción conjunta con su maestra.


14.- ¿CÓMO REDUZCO SU ANSIEDAD ANTE LA SEPARACIÓN?

Ésta surge especialmente al dejarlos en el colegio. Estrategias: habla con el niño de lo divertida que es la escuela, visítala para que se familiarice con ella, demuestra alegría porque va, sé muy puntual al recogerle.


15.- ¿CÓMO LES DECIMOS QUE NOS DIVORCIAMOS?

Háganlo juntos, en un momento tranquilo en casa, infórmenles sobre qué pasará con ellos, estén abiertos a sus emociones, dejen bien en claro que ellos no tienen nada que ver y que siempre ambos les van a querer.


16.- ¿CÓMO LES DESENGANCHO DE LA TELE?

Dirijan el uso del mando a distancia, decidan cuánto tiempo y qué programas son adecuados, muéstrenles su rechazo a los programas basura, no utilicen la TV como niñera.


17.-¿CÓMO EVITO SU ADICCIÓN AL MÓVIL E INTERNET?

Pon normas que limiten su uso. En caso de alteraciones de la conducta y ansiedad por no poder utilizarlos, es necesario consultar a un especialista; puede tratarse de una adicción para la que existen terapias específicas

18.- ¿CUÁLES SON LOS SIGNOS DEL CONSUMO DE DROGAS?

Cambios en el apetito, abusos verbales o físicos, desaparición de dinero, posesión de papel de fumar, etc., cambios permisivo anímicos bruscos, dejadez en el aspecto y pérdida de memoria.


19.- ¿CÓMO LOGRO QUE COMAN DE TODO?

Haz que las horas de comida sean divertidas y relajadas, implícales en la cocina, negocia con ellos (si les prohíbes las golosinas, su deseo aumentará), sé su modelo y apaga la tele.

20.- ¿CÓMO LES INCULCO UNA VIDA SALUDABLE?.

Además de seguir una dieta sana, es necesario que se habitúen al deporte.

Primero, juega con ellos en exteriores. Luego, ayúdales a elegir una actividad deportiva que les divierta.

Resolver la RIVALIDAD entre hermanos?

Lucas Sande es un chico de diez años, inteligente y sano; su hermano Matías, de 12, tiene trastornos de aprendizaje, y Agustín, de ocho, presenta retraso en ciertas áreas del desarrollo. Lucas reconoce que le molesta que sus hermanos necesiten ayuda adicional para hacer la tarea, y de Matías a veces dice que sufre una “discapacidad quejumbrosa”.
Su madre, Sonia, enfermera, cuenta que Lucas comenzó a rivalizar con su hermano mayor desde que tenía tres años: le daba almohadonazos y se le ponía delante a ver televisión para molestarlo. Para ella y su esposo, Fernando, el conflicto entre sus hijos de volvió el pan de cada día. “El trayecto a la escuela, con los tres chicos peleándose en el asiento de atrás, puede ser una auténtica pesadilla”, añade Sonia.
Todas las familias en las que hay más de un hijo pasan en algún momento por la rivalidad entre hermanos, los cuales pueden pelear lo mismo por la atención de sus padres que por ocupar el asiento delantero del auto o por sacar al perro a la calle. Si la rivalidad no se vuelve excesiva, puede resultar saludable, ya que enseña a los chicos a compartir, a respetarse y a lidiar con las frustraciones, todo lo cual es importante en el proceso de maduración. He aquí algunas causas de la rivalidad entre hermanos, medidas para prevenirla y consejos para evitar que se salga de control.


UN “INTRUSO” EN CASA

Los primogénitos no tienen que compartir con nadie el amor y la atención de los padres, pero cuando llega a casa un hermanito o hermanita, todo cambia al instante. Como dice Walter Cáceres, pediatra, que es el mayor de tres hermanos: “Lo desbancan a uno del pedestal”.
Por lo general, a los chicos pequeños les afecta más la llegada de un recién nacido, y algunos lo demuestran adoptando conductas regresivas, como pedir la mamadera cuando ya no la usaban o mojar la cama.
Para hacer entender a las madres el impacto que, sin la debida preparación, puede tener en el chico la llegada de un hermanito, suelo decirles que es como si su marido llevara a casa a otra mujer y le dijera: “Vení a verla, te va a gustar. ¿No es lindísima?”.
Aunque es más común que los chicos mayores de cinco años se muestren contentos y cariñosos con el recién nacido, es normal que, sea cual sea su edad, a veces se sientan frustrados o desplazados. En algunos casos esto puede prevenirse preparando a los chicos para la llegada del hermanito.
En algunos Centros de Salud, se permite a los chicos ver cómo le practican a su madre una tomografía, observar los movimientos del futuro bebé y oír los latidos de su corazón. También los dejan quedarse a dormir en el sanatorio la noche siguiente al parto, para que empiecen a sentir apego por el hermano y su llegada se vuelva una celebración familiar.
Es aconsejable dar a conocer a los chicos el embarazo de su madre desde el principio y no volver a mencionarlo hasta poco antes de la fecha prevista para el parto. No hay que llamar al recién nacido “el bebé de mamá” o “de papá”, sino “nuestro bebé”.
Si un chico ha de irse a dormir a otro cuarto, el cambio debe hacerse con mucha anticipación. Ocho semanas antes de que naciera su hija Belén, Gastón y Verónica Estévez pasaron a otro cuarto a su hijo Nicolás de tres años. Y lo hicieron en grande: repintaron las paredes y dejaron que el chico ayudara a decorarlo, de modo que él percibió la mudanza como un premio.
Cuando nació la nena, Gastón llevó a Nico al sanatorio. El chico no cabía en sí de gozo cuando allí se encontró con un triciclo: “un regalo” de su hermanita; no es de extrañar que la adorara desde el primer día. Los padres siguieron atendiendo a su hijo como antes y reservando tiempo para él. Así, al respetar la individualidad de los chicos desde el principio, colocaron los cimientos para tener una familia cariñosa.

El reinado del hijo mayor suele terminar cuando llega a casa un hermanito.


DIFERENCIAS DE EDAD …Y DE CARÁCTER

Los chicos que les llevan muchos años a sus hermanos suelen enseñarles algunas aptitudes sociales y manuales, casi como si fueran un tercer padre. La rivalidad se acentúa, en cambio, cuando la diferencia de edad es pequeña, y sobre todo cuando los chicos son menores de cuatro años, porque a esa edad se frustran más fácilmente cuando se posterga la satisfacción de sus necesidades o deseos, y no tardan mucho en identificar al culpable de la postergación.
El temperamento es otro motivo de rivalidad. En tanto que algunos chicos son tranquilos y pasivos desde que nacen, otros son muy inquietos o hiperactivos, y estos rasgos pueden provocar reacciones negativas en los hermanos. Como ocurre con los adultos, los chicos de caracteres contrastantes no siempre congenian. Cuando los padres comprenden las diferencias existentes entre sus hijos, pueden ayudar a que se conviertan en cualidades a medida que éstos crecen.


CONFICTOS PATERNOS

Las interacciones entre los chicos suelen reflejar lo que ven en casa. Cuando atendí por primera vez a Estefanía Alvarez, de dos años, sus padres me dijeron que golpeaba y mordía a su hermano Joaquín, de cinco años, cada vez que podía, y que él reaccionaba con rabietas.
Volví a ver a ambos chicos 11 años después, y su relación había empeorado. En mi consultorio, cuando alguno de los dos hablaba, se mostraba crítico o enojado. Le pregunté a Joaquín por qué, y él de inmediato se lanzó contra Estefanía:
–¡Ella hace lo que le da la gana y siempre se sale con la suya!
Al igual que tantas parejas, sus padres, Marcelo y Carla, tenían desavenencias, y como no mostraban firmeza para poner límites al comportamiento agresivo de Estefanía, toda la familia salía afectada.
Aconsejé a los esposos tratar de resolver sus conflictos serenamente, no a gritos, y les dije que podían reducir la hostilidad entre sus hijos si se mantenían al margen de sus peleas e intervenían sólo cuando las cosas pasaran a mayores.
Ahora, aunque aún tienen algunas riñas ocasionales, Estefanía y Joaquín se llevan mejor que nunca. “Sus peleas son más civilizadas”, dice su madre. “Se ríen más que antes, y hasta se ayudan cuando alguno tiene problemas.”
Carla atribuye la mejoría a que su esposo y ella discuten menos. “Y ahora somos también más firmes con los chicos”, agrega.


NECESIDADES ESPECIALES

Como ocurre con los hermanos Sande, cuando un chico necesita más atención paterna que sus hermanos, es común que éstos le guarden resentimiento. Sin embargo, con una comunicación abierta, la familia puede hacer que se relaje esta situación de tensión.
Tal es el caso de la familia Domínguez.
Cuando la hija menor, Guadalupe, tenía casi dos años, le diagnosticaron autismo. Su hermana, Carolina, de cinco, tuvo que aceptar que sus necesidades quedaran relegadas. Como muchos chicos autistas, Guadalupe chillaba si las cosas no se hacían como quería, y la familia debía transigir en aras de la paz. Es comprensible que a su hermana eso le pareciera injusto. “Si Guadalupe no quería comer lo que nos servían”, recuerda Carolina, ahora de 17 años, “había que llevarla a un restaurante”.
A veces Carolina se atrevía a exteriorizar su resentimiento. Cuando la banda de la escuela de Guadalupe daba un concierto, sus padres iban a oírla. En cambio, cuando el concierto era en la escuela de Carolina, uno de los dos se quedaba en casa a cuidar a la pequeña, y Carolina se lo echaba en cara a sus padres.
Por suerte, los Domínguez comprendían y fomentaban la expresión de esa clase de sentimientos, y gracias a esto, en la disyuntiva entre el odio y el amor, éste prevaleció.
Pese a las frustraciones, en Carolina fueron surgiendo un cariño y una empatía indescriptibles por Guadalupe. “Habría dado cualquier cosa por poder hablar con ella de los chicos y las fiestas, como las amigas”, dice, “pero para nosotros esta vida es lo normal y he acabado por aceptarla”.
La familia Domínguez ha sacado fortaleza de la discapacidad de Guadalupe. El sueño de Carolina es convertirse algún día en psicóloga infantil y especializarse en autismo.


CUÁNDO INTERVENIR

Muchos padres no saben cuándo o hasta dónde intervenir al presentarse conflictos entre sus hijos. A menudo lo mejor es hacerlo lo menos posible. Si los padres actúan como árbitros cuando sus hijos pelean, los chicos no aprenderán a dirimir sus diferencias, habilidad que resulta necesaria en la edad adulta. Por supuesto, no se debe permitir que un hermano lastime a otro; aislar de inmediato al agresor es una buena estrategia para evitarlo, sobre todo si se hace en forma sistemática.
La rivalidad se vuelve un problema cuando los padres no fijan límites consecuentes o no toman decisiones firmes respecto a sus hijos. Algunos padres se lamentan de que ya lo intentaron todo, cuando en realidad no lo hicieron durante el tiempo necesario o con la firmeza debida para que diera resultado.
Las presiones de la vida moderna pueden acentuar la hostilidad entre hermanos. Cuando ambos padres salen a trabajar, resulta difícil que dispongan de tiempo para estar con sus hijos y menos aún para dedicarle un rato a cada uno. En consecuencia, algunos chicos se sienten abandonados, se consideran víctimas y descargan su resentimiento en la primera persona a la que encuentran. Entender este desplazamiento de la ira es el primer paso para solucionar el problema.
Los conflictos no suelen resolverse con prohibiciones, sino dando opciones a los chicos. Proponerles que realicen actividades separados o cada cual con sus amigos resulta a veces la mejor solución.
Los esfuerzos de los Sande para conservar la paz entre sus hijos no fueron en vano. Lucas, Matías y Agustín, ahora juegan al hockey… pero en distintos lugares. A cada uno le asignaron ciertas tareas domésticas, lo que constituye una de las mejores formas de promover la individualidad y el sentido de responsabilidad. Fernando y Sonia saben que es imposible tener contentos a los tres todo el tiempo, pero han empezado a ver la luz al fondo del túnel.
Si sus padres salen un noche a cenar o al cine, los chicos se sientan a ver juntos televisión. Cuando otros chicos molestan a Agustín o a Matías, Lucas los defiende como una fiera. Es muy probable que algún día lleguen a ser muy buenos amigos.
La rivalidad entre hermanos, tan vieja como Caín y Abel, es normal en la mayoría de las familias: Es un fenómeno transitorio que beneficia a los chicos porque les inculca tolerancia y respeto mutuo.

Las presionesde la vida moderna pueden agravar el encono entre los hermanos.


Fuente vidaplenanet.com.ar

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