
Respeta su propio ritmo. Hay chicos que estudian mejor por la tarde, otros por la noche, e incluso, algunos por la mañana temprano. Lo que sí es conveniente que tu hijo estudie un poco todos los días de la semana. Ello hará que su hábito no decaiga y evitará los tipicos apurones cuando se avecinan los exámenes.
Por otra parte, nuestro hijo necesita un lugar tranquilo y retirado para estudiar. Ese sitio debe ser siempre el mismo, alejado de la televisión, el ruido y las visitas. Su habitación es mejor que el cuarto de estar y recuerda que un horario y un lugar regulares facilitan el hábito de estudiar.
El miedo al secuestro de un hijo

Uno de los miedos más agudos que sentimos con respecto a nuestros hijos es que, en algún momento de descuido, un desconocido los secuestre, pero hay algunas "señales de alarma" que usted puede reconocer para diferenciar a un extraño peligroso de alguien desconocido con buenas intenciones. No estamos hablando de una persona que saca un arma y se lleva a una criatura, sino de aquella que se acerca poco a poco, persuasivamente, y de pronto desaparece con el chico. Suelen acercarse con toda naturalidad, inician una charla con el tono más simpático y, en los primeros minutos, prueban el terreno para ver qué resultados puede tener su propósito delictivo. Al aproximarse de a poco pueden irse sin problemas si notan que las cosas no van bien.
Uno de los lugares en los que estos delincuentes buscan "blancos fáciles" son los shoppings, por el amontonamiento de personas y las fuentes de distracción. Una de las bases de su estrategia es que el niño o su madre sientan confianza, por eso es común que aparezcan en medio de un problema, ofreciendo su ayuda sin que nadie se lo haya solicitado.
Para defenderse, preste atención a las señales de alarma:
Su simpatía es forzada: haga lo que haga, o diga lo que usted diga, esta persona mantendrá la sonrisa intacta y seguirá haciendo chistes.
Falso compañerismo: el extraño seguramente manifestará comprensión extrema de su situación, porque él mismo está o estuvo en un momento semejante. Si olvidó algo en un negocio y tiene que regresar, él se ofrecerá a cuidar a su hijo mientras tanto, argumentando que la comprende porque ya le ha pasado lo mismo.
Detalles excesivos: para ganar su confianza, le dará detalles como direcciones o nombres de personas que usted no conoce.
Desconfíe! Cuando alguien dice la verdad no tiene la necesidad de justificarse con detalles. Le endosará un defecto: le dirá que es sobreprotectora, o a su hijo que es cobarde, con el propósito de que sientan la necesidad de demostrar lo contrario.
Ofrecer lo que no se pidió: al prestarle su ayuda "desinteresadamente" a usted le resultará más difícil decirle que la deje sola, que no lo necesita. Si su primera impresión, su instinto, le señalan que es una persona desconfiaba, es preferible que pase por antipática antes de correr un riesgo.
Le promete lo que ofrece: cuando alguien le diga "prometo", utilice esta palabra como una luz de alarma para descubrir que tiene razones para dudar de lo que dice.
No acepta una negativa: si ante el primer acercamiento usted dijo "no, gracias" y el extraño sigue insistiendo, es evidente que desea tener el control de la situación. La mejor forma de reaccionar es decir lo que le pasa por la cabeza, en el tono y con la mirada que le surja. Esto le indicará al agresor que usted está prevenida, y lo alejará.
Reacciones ante el cambio de los padres

No todos los niños responderán bien a la "fórmula de las buenas noches". Los niños que no tienen confianza en ellos mismos o tienen algún problema, no cooperarán al principio, pero es muy importante mantenerse haciéndolo todas las noches. Si el niño tiene dificultad en Identificar a|go positivo acerca de sí mismo, usted puede inducirlo diciéndole: "Me encantó como te quedaba ese pantalón que usaste hoy". O: "Es una maravilla lo bien que te llevas con tu hermanito". O bien decirle cosas por las cuales usted lo aprecia: que la haya ayudado a recoger la mesa o que le haya dado de comer al gato sin que nadie haya tenido que recordárselo.
¡No se rinda! Si la fórmula no da resultado las primeras veces, quizás es porque el niño está tratando de comprobar si usted de veras cree en este ejercicio... ¡y en él! Cerrar la puerta y abrir el corazón: "A veces", contaba una niña de doce años, "le digo a mi madre: 'Mámi, ¿puedo hablarte?', y ella me dice: 'Sí, mi amor'. Y yo le cuento todo lo que me está preocupando, y cuando termino, ella me mira y me dice: 'Qué era lo que decías, hijita..?' ". Desgraciadamente, la madre de esta niña no es la única que no atiende. Y los niños que se ven privados durante mucho tiempo de la atención de sus padres se sienten despechados, viven a la defensiva, se muestran poco cooperadores, indiferentes o batalladores.
Si algo de esto le ha sucedido con su hijo, usted puede persuadirlo de que confíe en usted nuevamente. Pero deberá dedicar tiempo a lograrlo... y enfrentar el problema en la forma correcta. Piense en los momentos en que usted le ha abierto su corazón a otra persona... esa persona le ofrecía una atención completa, ¿no es así? Y, además, esa otra persona habló muy poco, se concentraba en escucharla a usted y lo que le estaban diciendo.
Pues, el caso de su hijo no es distinto al suyo. Y si usted quiere que sus hijos abran su corazón lo primero es crear una situación similar. Escoja un lugar de la casa adecuado, y elimine todo tipo de distracciones. Aleje del área a los otros niños, a los animales, apague la televisión, la radio o el tocadiscos... dispóngase a escuchar.
La actitud corporal que usted asuma es tan importante como las palabras que vayan a intercambiarse. Siéntese cómodamente, pero bien cerca de su hijo, al alcance de sus manos. Manténgase relajada e interesada en lo que su hijo tiene que comunicarle. Su actitud ayudará a su hijo a sincerarse.
Si el hijo tiene alguna dificultad en comenzar, usted puede ayudarlo con algunas preguntas, como: "Dime, ¿qué fue lo que te sucedió hoy, que estabas tan enfadado?", "¿Cómo te sientes?". Si todavía el niño, o el joven, permanece callado, usted puede ayudarlo más todavía con comentarios de este tipo: "Sé muy bien lo complicado que le resulta a uno hablar de sus sentimientos". O bien: "No quieres decirme lo que te pasa porque tienes miedo de que yo vaya a criticarte o a pelear... Te aseguro que no lo haré!". (Y, por supuesto ¡no vaya a ocurrírsele hacerlo, pase lo que pase!).
Esté preparada para obstáculos de todo tipo. A algunos niños les resulta más difícil que a otros abrir completamente su corazón a los demás. Pero usted debe ser persistente y llenarse de paciencia. A lo mejor tiene que estarse un buen rato en silencio, con el brazo extendido sobre los hombros de su hijo. No se angustie si él la rechaza. Simplemente, déle una y otra oportunidad de que hable, en (as circunstancias adecuadas. Y finalmente verá cómo el tiempo y el amor que ha invertido ¡los recobrará con creces!
Fuente los-hijos.blogspot.com
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