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sábado, 18 de septiembre de 2010

¿cómo se lo digo a mis padres que estoy Embarazada,?

Todos somos muy modernos hoy en día. Para tener un hijo no hace falta que estés casada, ni que tengas pareja estable. Ni siquiera hace falta practicar el sexo con nadie ya que existen los embarazos “probeta”. Tener un hijo sola no es un hecho traumático y, además, resulta de lo más común. Pero es evidente que hay padres que no comprenden lo que sucede a su alrededor. Y más cuando se trata de hijas jóvenes para las que imaginaron un futuro “brillante” y no manchado por contratiempos e imprevistos… como pueda ser tener un hijo antes de tiempo. Si tus padres son de esta guisa, lo tienes crudo.

Hay casos de mujeres que esperaron seis meses, hasta que las evidencias físicas fueron imposibles de esconder, para comunicarles a sus progenitores la sorpresa. En otras ocasiones, mucho más serias, sería un parto prematuro el que les alertaría. Si no quieres tener un hijo, toma precauciones. Si aun así te has quedado embarazada, sabes que existen alternativas, como el aborto o la adopción. Pero si de verdad quieres tener un hijo, aunque haya venido por sorpresa, ¿qué te importa lo que ellos piensen? Es verdad que puede que necesites ayuda económica y, por encima de todo, apoyo moral. Pero tras el primer impacto, y si te ven contenta y convencida, seguro que empiezan a ilusionarse con la llegada del nuevo bebé.

Estés en pareja o sola, la llegada de una nueva vida siempre es algo emocionante que te gustará compartir con tus padres… y a bien seguro a ellos les encantará acompañarte en esos importantes momentos. Así que, cuanto antes se lo comuniques, mejor que mejor. Hay muchos factores que pueden influir en la reacción de los adultos que te rodean respecto a tu embarazo. No es lo mismo si eres una menor de edad escolarizada, si te encuentras sin pareja o si tu familia tiene unos valores religiosos muy marcados. Cuando te decidas a dar el paso, comunícaselo convencida de lo que quieres hacer, expresa tus sentimientos con claridad y déjales patente tu decisión. Si les demuestras la madurez que se supone que tienes para afrontar el nacimiento de tu hijo, ellos se sentirán más tranquilos.

Si te encuentras contenta con tu decisión de traer un niño al mundo... ¡adelante!

En ningún caso nadie te pueden obligar a hacer algo que tú no quieres, así que si la reacción no es la esperada y se ponen autoritarios, no olvides que tu decisión y tu hijo son lo más importante. No dudes en acudir a otras personas que sí puedan comprenderte, como el padre del bebé, tus amig@s, profesores u otros familiares. Si crees que tu integridad física o psíquica puede verse amenazada (si sabes que son propicios a las conductas violentas, por ejemplo), es mejor que estés acompañada en el momento de la confesión. Volvemos a repetir que, en la mayoría de los casos, los padres suelen prestar apoyo a sus hijas durante el proceso de gestación. Pero si no es así, piensa que te encuentras ante uno de los momentos más importantes de tu vida y debes estar concentrada en tu bebé. Y, si alguna vez tu hijo se encuentra en una situación parecida, no olvides lo que tú sentiste cuando estabas en su lugar.

Mujer embarazada perfil por spaceodissey en Flikr


Abusos sexuales


El miedo, el sentimiento de culpa o la vergüenza hacen que muy pocas víctimas denuncien
Aunque comúnmente se pueda llegar a pensar lo contrario, los abusos sexuales no siempre están acompañados por una violencia explícita. Una violación es claramente un abuso sexual y en ella se suele ejercer la fuerza física. Pero existen muchos casos en los que se produce abuso de autoridad, chantaje o engaño por parte del que incurre en la agresión. Si la víctima no consiente, aunque sea incapaz de defenderse por miedo, vergüenza o por otras razones, se considera un abuso sexual y, por tanto, un delito. Un claro ejemplo de este caso es el estupro o el abuso sexual infantil. Los niños son los más sensibles a esta desdeñable práctica, ya que se encuentran en una situación de evidente desigualdad.

Los abusos sexuales pocas veces son denunciados debido al fuerte tabú social que se ha levantado entorno a ellos. Es en estos precisos momentos cuando más casos se están destapando y cuando la opinión pública está más sensibilizada. Desgraciadamente, la mayoría de los delincuentes pertenecen a un ámbito cercano, siendo miembros de la propia familia o incluso personalidades respetadas de la comunidad (profesores, religiosos, médicos, etc). Otro de los factores que impiden la denuncia es que los abusos siempre suelen producirse sin testigos, con la consiguiente soledad y miedo de la víctima ante la agresión. En el caso de los niños, es posible que ni siquiera sepan poner palabras a lo que les está ocurriendo.

Una relación donde se produce un abuso no es una relación sana ni legítima. El atacante busca dominar a la víctima, que solo es considerada en su dimensión de objeto físico. Pero le estatuto de abuso no es un concepto absoluto, sino que se ha ido dibujando con el tiempo. Cosas que ahora vemos como totalmente inapropiadas, puede que hace unos años nos pareciesen normales. El progreso no se produce para todos por igual porque hay diversos factores que inciden en la percepción que cada grupo social tiene de la sexualidad. Así, elementos como la religión, la familia, la comunidad, la cultura, etc. pueden incidir es esa concepción.

Los niños son los más desprotegidos ante los abusos

Actualmente, toda conducta en la que un individuo (de mayor o menor edad) fuerce por medios físicos o mentales a otro para mantener relaciones sexuales, aún sabiendo que se trata de una situación no consentida, es un abusador. La palabra “consentimiento” es un concepto complicado. Muchas veces la víctima no manifestará un rechazo inmediato ni físico. Pero eso no significa que esté consintiendo: el miedo, el sentimiento de culpa o la autoridad del abusador pueden hacer que el afectado calle. Los abusadores suelen utilizar toda una serie de mecanismos psicológicos para mantener su control sobre la víctima. Si sientes que te encuentras en una situación pareja, lo mejor es que te alejes inmediatamente de tu agresor y que pidas ayuda. Si te da vergüenza o tienes miedo de que tu familia lo descubra, puedes llamar sin dejar rastro al 016 (teléfono para mujeres maltratadas) o al 900 20 20 10.



fuente educasexo.com

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