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lunes, 2 de abril de 2012

Habitaciones infantiles

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En una habitación intensamente iluminada, no sólo se escogerán los materiales con sumo cuidado, sino también los tejidos y los colores que tamicen la luz solar, y la hagan más difusa y uniforme; y se colocarán algunos elementos transversales a la fuente luminosa, para interrumpir el haz de luz prevaleciente, consiguiéndose así zonas de intensidad luminosa graduada.

En este caso, los colores y la superficie, contrariamente a lo que ocurría antes, serán más absorbentes, de forma que no reflejen la luz, ya que podrían tener consecuencias bastante negativas para el equilibrio ambiental. Por eso está indicado el uso de tejidos de revestimiento en las paredes (naturalmente, tratados de forma adecuada y, además, lavables), de tonos suaves, en la gama de los tonos bajos.

También en las superficies de trabajo adoptaremos materiales y acabados no reflectantes, siendo los materiales no demasiado brillantes y los colores no demasiado claros, para evitar situaciones de deslumbramiento.

Habitaciones infantiles muy grandes o pequeñas

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Cuando es muy grande

En el caso de una habitación demasiado espaciosa, convendrá adoptar los criterios ya indicados de subdividirla en varias zonas o diferentes centros de interés, que se segregarán de las dimensiones generales de la habitación. Se podrán caracterizar las zonas subdividiendo el espacio en diferentes partes organizadas y armonizadas según las “dimensiones” físicas y psicológicas del niño.

La disponibilidad de espacio permitirá luego combinar las zonas en cuestión, por lo que los materiales y los colores que se empleen deberán favorecer su correlación orgánica constituyendo una continuidad que reunifique los diversos espacios, que tienden a ser complementarios.

Cuando es pequeña

En una habitación pequeña, se intentará poner de relieve la mayor longitud o la mayor anchura -eventualmente, también, la mayor altura- al disponer el mobiliario. Por ejemplo, una pared demasiado larga se dividirá con algunas zonas de interés secundario en la prolongación de la propia pared. En una habitación donde prevalezca el ancho, se podrán crear zonas centrales organizando debidamente el mobiliario.

En el caso de una habitación de techos muy altos, podremos abuhardillados, reservando la parte más baja para los juegos y las actividades del niño.

Recordamos también que, en el caso de habitaciones pequeñas, existe la posibilidad de “alargarlas” y “estrecharlas” en el sentido de la altura, al menos visualmente, recurriendo al uso de colores diferentes en las paredes. Los mejores resultados se obtienen poniendo cerca colores contrastantes.

Las paredes de la habitación infantil

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¿Cuáles serán los materiales que es conveniente utilizar para las paredes y el techo de la habitación, independientemente de los muebles, los elementos diversos y los accesorios? Para las paredes y los techos, podemos escoger los materiales siguiendo tres criterios:

Por ser higiénicos.- Los materiales son idóneos porque responden a requisitos higiénicos (materiales no porosos, no absorbentes, impermeables y fáciles de limpiar, tintes lavables, tejidos resistentes, etc.).

Por ser prácticos.- El segundo criterio se centra en los requisitos prácticos, ya que el niño tiende a utilizar todas las superficies disponibles. Efectivamente, dibuja, cuelga, apoya, escribe indiferentemente cosas en las paredes o en las hojas o la mesa.

Para las paredes preferiremos, pues, los materiales que se presten a una reutilización y una recuperación rápidas después de todos esos usos extemporáneos. Es una idea “funcional” la de colocar mamparas móviles con paneles de pizarra deslizables, sobre los que el niño puede libremente dibujar, escribir, hacer cuentas o los deberes. Una de las soluciones más fáciles e ingeniosas consiste en recubrir las paredes de materiales que se presten a usos mixtos y múltiples sin tener que preocuparse de que se deterioren.

Por ser estéticos.- En este caso, se valorará principalmente la capacidad del material aplicado en la pared para armonizar con la composición general de la habitación. Más adelante veremos cuáles son los materiales y colores que se deben usar.

El material de los muebles infantiles

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Para los muebles en general puede decirse que los materiales artificiales laminados (melamina, por ejemplo) son unos de los más idóneos para la habitación de un niño, por ser particularmente resistentes, por no estar sujetos a un rápido desgaste y por ser fáciles de conservar.

Es mejor que no sean brillantes, porque reflejan mucho la luz, y hacen el efecto de espejos, sino satinados u opacos, de los que existe una amplia gama en el mercado.

Obviamente, también está indicada la madera natural, la cual, si ha sido tratada debidamente con los productos que tanto se emplean actualmente en la producción en serie de muebles, ofrece una  larga duración, y constituirá una agradable presencia de un material natural en el ambiente del pequeño. Tanto los muebles de madera como los de acero presentan cualidades apreciables por varios conceptos: robustez, sencillez de líneas, facilidad de mantenimiento y posibilidad de desmontarlos; además se pueden modificar al cabo de un tiempo, reorganizando los módulos y las estanterías.

También son perfectos los materiales plásticos para la habitación de los niños, porque, en la mayor parte de los casos, son irrompibles, de colores resistentes, no presentan riesgos y son inalterables, además de ser ligeros y fáciles de manejar. No son demasiado idóneos para una habitación de niños, salvo algunas excepciones bien determinadas, los elementos lacados o de metal esmaltado (a no ser los que están esmaltados al fuego), cuya resistencia es ciertamente menos elevada a los golpes y arañazos, o a los usos frecuentemente imprevistos a los que los someten los niños.

Tampoco son adecuados los revestimientos de tejido que no hayan sido tratados especialmente, ya que se deterioran pronto, y tampoco ofrecen demasiadas garantías bajo el punto de vista higiénico. Por eso, los elementos tapizados que a veces se colocan en las habitaciones de los pequeños, como butacas, pufs o colchones, deben escogerse de tipo fácilmente lavable.

Los materiales y los colores en la habitación del niño

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Para escoger unos materiales bien adaptados a la habitación del pequeño se preferirá, en general, aquellos que cumplen con las necesarias condiciones de resistencia y seguridad. Se evitarán especialmente las superficies frías (piedra natural, mármol, cerámica, paneles metálicos, etc.) o peligrosas en sí o al paso del tiempo (las que se astillan, en las que se acumula el polvo, las que son químicamente nocivas, etc.).

Seleccionaremos, pues, materiales cálidos y agradables, ya que el niño tendrá tendencia a utilizar indiferentemente todas las superficies disponibles, y se pondrá a menudo a escribir y a dibujar en el suelo… después de haber amontonado los juguetes en la mesa. El disponer realmente de todas las superficies de la habitación es también indispensable para garantizar al niño el contacto con el “terreno”. Ese indefectible instinto “animar’ de aprendizaje hace que el pequeño sienta como “suyo” el suelo y las paredes de cualquier ambiente y más aún los de su propia habitación.

En cuanto a los accesorios, es casi infinita la gama de materiales y colores con que se presentan.  No obstante, será muy importante coordinar en cada caso, por ejemplo, las características de las cortinas con las del cubrecama, las de las alfombras con las de las esteras, en función también del resto de los elementos del mobiliario, armonizando e integrando los diversos caracteres de los accesorios respecto a las propiedades del conjunto de la habitación, ya sea teniendo en cuenta su luminosidad o sus dimensiones. Incluso las lámparas y los cestos y cajones varios deberán escogerse de tal forma que, a la vez que respondan funcionalmente a las necesidades, permitan caracterizar las diferentes zonas de la habitación.

Fuente crecebebe.com

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