En el momento en el que un bebé sale del vientre de su madre se expone a muchísimas enfermedades ya que entra en contacto directo con el mundo después de estar nueve meses en la barriga de su mamá. Claro está que los paritorios están desinfectados, pero siempre cabe la posibilidad. Pues bien, hoy vamos a conocer una de esas enfermedades que pueden sufrir los bebés, solo que esta no se contagia por el aire, sino por los genes.
Se trata de la fibrosis quística y es una enfermedad genética hereditaria que produce un moco espeso y viscoso en el interior del organismo del bebé, lo que provoca que se taponen los pequeños conductos y el pequeño sufra infecciones.
Este gen se transmite de padres a hijos y es que no hace falta padecer la enfermedad para ser portador de ella, simplemente es un gen defectuoso que podremos pasarle a nuestro hijo, si es que nuestra pareja también es portadora del gen ya que se desarrolla cuando ambos progenitores lo portan.
Los síntomas no son iguales en todos los niños, pero sí que suele aparecer a lo largo del primer año en todos los casos. En la actualidad no existe cura ya que no hay un porcentaje muy alto de niños que la padezcan, y es que es mucha casualidad que se junten dos portadores del gen y tengan hijos, pero se espera que las investigaciones científicas que se están realizando den pronto resultados.
Consejos para tener una autoridad positiva con nuestros hijos
Anteriormente ya hemos destacado los errores más comunes que hacemos los padres en cuanto a la autoridad que ejercemos sobre nuestros hijos. Ahora queremos dar unos consejos para aligerar el problema de la autoridad, y ofrecer un desarrollo equilibrado a nuestros hijo, para que podemos tener un poco de paz en casa.
-Hemos de tener unos objetivos claros de lo que pretendemos conseguir cuando estamos educando. Los objetivos deben de ser sencillos, y deben de ser cumplidos por los dos progenitores, siendo una buena idea sentarse para debatirlo, y escribirlo en un papel. También es recomendable que se revisen por si se nos ha olvidado algo o están un poco desfasados por la edad del niño.
-Enseñar con claridad cosas concretas. A los niños no les podemos enseñar a que coma bien, por ejemplo, sólo con decírselo. Tendremos que enseñarle a utilizar bien el tenedor para que sepa qué es lo que queremos decir con la frase “come bien”.
-Dar tiempo de aprendizaje. Primero tenemos que dar unas instrucciones claras y concretas, pero debemos de tener presente que las primeras veces que las tenga que realizar deberemos de estar muy pendientes, puesto que nuestro hijo necesitará de nuestra atención y apoyo.
-Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar. Si hace algo mal, no es por fastidiarnos, sino porque está en proceso de aprendizaje, y a los niños les gustan los éxitos y los cumplidos.
-Dar ejemplo. No hay mejor personas para dar ejemplo de lo que queremos que nuestro hijo haga que nosotros mismos.No podemos pretender que el niño se lave los dientes si no nos ve a nosotros mismos haciendo lo mismo.
-Confiar en nuestro hijo. La autoridad positiva no sirve de nada si el niño no tiene la confianza de sus propios padres.
-Actuar y huir de los discursos. Una vez el niño ya tiene claro cómo tiene que actuar, no tiene sentido que le demos un discurso para convencerle de que lo haga. Si no hace lo que se supone que tiene que hacer, nosotros tenemos que actuar en consecuencia.
-Reconocer nuestros propios errores. Nadie es perfecto, pero tenemos que saber reconocer cuándo nos hemos equivocado, y reconocerlo delante de nuestro hijo le otorgará a éste seguridad y tranquilidad.
La autoridad de los padres: los errores más frecuentes II
Vamos a continuar detallando los errores más comunes que realizamos los padres y todas las personas que nos dedicamos a educar a nuestros hijos, aunque cometer errores no significa que no sepamos hacerlo, sino que tenemos que aprender de ellos para no volver a hacerlo.
-La falta de coherencia.Los niños deben de tener límites y referentes estables, por lo tanto no podemos dejar que nuestro propio estado de ánimo influya en lo que le tengamos que decir a nuestro hijo. De la misma manera, también hay que tener una coherencia entre lo que diga el padre y lo que diga la madre.
-Gritar y perder los estribos. No debemos nunca de perder los estribos y empezar a gritar, puesto que esto supone un abuso de autoridad que supone humillación en el niño.Si estamos desbordados, antes de llegar a estos límites es mejor pedir ayuda a un profesional, psicólogo, acudir a una escuela de padres, etc…
-No cumplir las promesas ni las amenazas. Cada amenaza o promesa que no cumplamos es un giro de autoridad que se queda por el camino. Por lo tanto, tanto las promesas como las amenazas deben de ser realistas, que se puedan cumplir.
-No escuchar. Es uno de los errores más habituales que hacemos los padres. Y luego nos quejamos de que cuando los niños son adolescentes nunca escuchan, pero si a ellos tampoco se les ha escuchado, no les podemos exigir que nos escuchen.
-Exigir éxitos inmediatos. Nadie nace enseñado, y la educación se tiene que enseñar día a día.
La autoridad de los padres: los errores más frecuentes I
Vamos a ver los errores más frecuentes que cometemos los padres cuando estamos educando, o al menos intentando, educar a nuestros hijos imponiendo un poco nuestra autoridad. Hay que recalcar que los niños no saben la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal, por lo que tenemos que ser lo padres los que les eduquemos y les impongamos unos límites y unas reglas.
-La permisividad. No podemos dejar que el niño haga lo que quiera sólo porque es muy pequeño o porque es un niño. Hay que dejarle claro que hay unas normas que se tienen que cumplir. Además, los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices.
-Ceder después de decir que no. Una regla que no podemos romper jamás es que el NO no se puede negociar. Lo que podemos negociar es el SÍ. Si le hemos dicho al niño que hoy no puede ver la tele, por el motivo que sea, no podemos ceder. En cambio, le podemos decir que puede ver la tele negociando con él los canales que puede ver o la duración.
-El autoritarismo.Sólo persigue la obediencia por la obediencia y su objetivo es hacer una persona sumisa, esclavo sin iniciativa que haga lo que diga el adulto. Es tan negativo para la educación de nuestros hijos como la permisividad.
Fuente chupetesybiberones.es




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