
El frío no es el principal enemigo del bebé, sino los cambios bruscos de temperatura. “Se debe vigilar los contrastes ocasionados por las salidas a lugares fríos; mantenerle en ambientes cálidos que ronden los 20ºC; sacarle a la calle, si es posible, durante las horas centrales del día; controlar que el nivel de humedad en el ambiente es del 50%, como mínimo; y utilizar prendas de vestir suaves y no muy ajustadas, que permitan la correcta ventilación de su piel”, indica Belén Benito, farmacéutica de Laboratorios Suavinex.
Otro punto importante es el referido a los cuidados específicos que requiere la piel del bebé durante las estaciones más frías del año, tal y como subraya la experta: “tenemos que evitar que el ambiente esté seco y mantener una correcta higiene de las mucosas del bebé que eviten la aparición de catarros. Además, tenemos que cuidar de manera especial la delicada piel del bebé que se ve expuesta a los agentes externos y también al roce que le provoca la ropa de invierno en su fina epidermis”.Para aliviar los problemas ocasionados por el frío sugiere la utilización de “cremas con activos humectantes y emolientes, a ser posible de origen vegetal, así como de pomadas calmantes y reparadoras para la zona peribucal de los bebés, que se pueden ver dañadas con el viento".
Asimismo, es imprescindible extremar el cuidado en la alimentación del bebé con el aporte de nutrientes suficientes que le ayude a reforzar su sistema inmune, no del todo desarrollado. “Debemos asegurarnos que tomamos las medidas higiénicas necesarias en su alimentación, ya sea en el caso de la lactancia con biberón, a través de la esterilización de las tetinas y los envases, o en el de lactancia materna con la correcta limpieza del pecho”, concluye la farmacéutica de Suavinex.
Recomendaciones útiles para preparar al bebé ante la llegada del frío
1.- Durante los meses de frío evita abrigar de manera excesiva al bebé o mantenerle en estancias con la calefacción muy elevada, que le puedan provocar un sobrecalentamiento corporal. Estudios médicos relacionan de manera directa este factor con el incremento durante estas fechas en las muertes de lactantes por "Síndrome de Muerte Súbita".
2.- Es importante no exponer al lactante a bruscos cambios de temperaturas y tratar de salir con él en las horas centrales del día cuando los contrastes son menos fuertes.
3.- En el entorno del bebé hay que mantener una temperatura constante que ronde los 20ºC y un nivel de humedad del 50%, como mínimo.
4.- La temperatura corporal del bebé debe controlarse en la nuca y en el cuello. El mecanismo de termorregulación del recién nacido aún no está del todo desarrollado, por lo que otros signos (color de la piel, sudor, manos frías o calientes) pueden inducirnos a equívocos.
5.- Un ambiente demasiado seco puede impedir que el organismo del lactante expulse de manera correcta las impurezas, dado que la nariz se obstruye y esto puede ocasionarle dolor de garganta y tos.
6.- Durante las estaciones más frías es corriente la aparición de mucosidad más abundante, por lo que hay que mantener la higiene de las mucosas del bebé a través del empleo continuado del suero fisiológico y del aspirador nasal.
7.- La delicada piel del bebé acusa durante los meses fríos el calor provocado por la calefacción y los roces ocasionados por la ropa, por lo que es importante emplear prendas de vestir suaves y que no sean ajustadas, que permitan la correcta ventilación de la piel.
8.- Es importante hidratar la epidermis del bebé con cremas dotadas de activos humectantes y emolientes, si es posible de origen vegetal, así como pomadas calmantes y reparadoras para la zona peribucal, que se puede ver especialmente afectada por el viento.
9.- Dado que su sistema inmune es aún débil, se debe extremar las medidas higiénicas en su alimentación, ya sea en el caso de la lactancia con biberón o en el de lactancia materna.
10.- Nunca hay que medicar a un bebé sin la supervisión de un pediatra y es importante seguir las pautas aconsejadas (dosis, intervalo entre tomas, duración del tratamiento…)
Los cuidados de la cabeza del bebé

Todos los niños nacen con unos puntos blandos en el cráneo que se conocen como fontanelas y que permiten el desarrollo de su cabeza al ritmo adecuado. Las fontanelas se presentan preferentemente tanto en la parte anterior como en la posterior de la cabeza, y también en los laterales.
Al igual que ocurre con las suturas, las fontanelas se cierran de forma gradual para convertirse posteriormente en áreas óseas sólidas. Según registran los protocolos de la Asociación Española de Pediatría (AEP), la fontanela de la parte anterior de la cabeza se cierra usualmente entre los nueve y los doce meses de vida, mientras que la posterior –es más pequeña- lo hace entre dos y los tres meses.
NO PREOCUPARSE DE LOS LATIDOS.
Aunque estas fontanelas sean zonas blandas, no hay que preocuparse en exceso porque, paradójicamente, son muy sólidas debido a la estructura ósea que las protege. Algunos padres se preocupan al observar latidos en las fontanelas, pero hay que desterrar la inquietud porque resulta un fenómeno de lo más normal.
Lo que sí recomienda la AEP es acudir al pediatra si se observa que esos puntos están algo hundidos. Esto puede indicar que el bebé puede sufrir algún tipo de deshidratación, algo que debe de ser corregido de inmediato.
Por otro lado, para comprobar que todo está en orden, las fontanelas deben percibirse firmes y ligeramente cóncavas al tacto. Cuando el bebé llora o vomita, esa concavidad puede desaparecer de forma momentánea. Sin embargo, en cuanto el pequeño se calma y su cabeza se yergue, la situación se normaliza.
A veces, las fontanelas se perciben tensas o protuberantes debido a ciertas patologías, como la hidrocefalia o la meningitis, que se manifiestan en forma de presión intracraneal debido a la acumulación de líquidos en la zona.
Estas situaciones suelen ser, afortunadamente, excepcionales, pero si el bebé presenta las fontanelas realmente abombadas, y la observación de este fenómeno va acompañada de fiebre alta o situación de letargo, el cuadro puede resultar grave, por lo que se aconseja acudir inmediatamente a los servicios de urgencia del hospital más próximo.
ESCAMAS Y ACNÉ.
Muchos bebés presentan también “costras lácteas” que pueden resultar poco gratas a la vista. Se trata de unas escamas gruesas de color amarillo que son completamente naturales y que se eliminan con champús específicos aunque una limpieza del área con algodones empapados en aceite de oliva virgen también aceleran la “desescamación”.
Por otra parte, junto a esas “costras lácteas” la cabeza del bebé segrega un aceite natural que desprende un olor agradable y que, según los Anales de Pediatría, ayuda a crear el vínculo afectivo entre madre e hijo.
Con frecuencia, los bebés presentan también acné neonatal en las dos primeras semanas de vida. Las razones de esta afección dermatológica obedecen a cambios hormonales que experimentan al tomar contacto con el mundo fuera del útero materno. Las zonas más afectadas suelen ser las mejillas, donde se observan pústulas y pequeños ezcemas.
Según la AEP, estas manifestaciones son inocuas aunque definen ya el tipo de piel del niño: caliente, fría, suave o áspera. Asimismo, determinan cuál es la zona de mayor concentración de grasa del neonato: la frente, la nariz o la barbilla.
OJOS Y OÍDOS.
La mayoría de los pediatras coinciden en que no resulta aconsejable hurgar al bebé en los oídos, pues se trata de unos órganos demasiado sensibles y cualquier manipulación inadecuada puede provocar lesiones irreversibles.
Por ejemplo, no es recomendable en absoluto introducirle un bastoncito de algodón para limpiarle la cera, ya que podría perforarle el tímpano. A fin de cuentas, la cera protege de las infecciones en esa etapa tan delicada de la existencia del bebé.
En cambio no está de más limpiarle con un algodón o una gasa húmeda los lóbulos de las orejas aunque procurando en todo momento que no se cuelen gotas de líquido en los oídos.
Por lo que respecta a los ojos, a muchos lactantes les suelen supurar los rabillos de los ojos, o bien formarse una especie de costra amarilla. Esta afección es consecuencia de la obstrucción de los lagrimales por razones diversas. Lo normal en estos casos es que el problema desaparezca en dos o tres días después de proceder a la limpieza de la zona con una gasa humedecida en agua templada, o bien con una solución salina que debe recetar el pediatra.
Algunos niños de varios meses o más de un año presentan conjuntivitis, que se manifiesta en forma de ojos legañosos o irritados. Hay que tener cuidado porque esta afección ocular es muy contagiosa, por lo que hay que proceder con el máximo de asepsia.
Después de lavarse bien las manos con un antiséptico hay que proceder a la limpieza de la zona con una gasa empapada en la solución salina referida antes, pero procurando en todo momento hacerlo de dentro hacia afuera del lagrimal.
Fuente www.hoymujer.com
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