
Las nuevas tecnologías han alterado el orden educativo-familiar habitual en ese ámbito concreto. Los hijos son los 'expertos' en su condición de “nativos digitales”, y muchos padres los “inmigrantes digitales” que llegan a un mundo desconocido donde necesitan aprender sus 'misterios' a marchas forzadas. Además, como recuerda la psicóloga María José Mayorgas, coordinadora técnica de Proyectos de la Fundación Gaudium, deben compatibilizarlo con sus tareas y obligaciones diarias, lo que les resta tiempo --y a veces, por comodidad, también ganas-- para ponerse al día.
Este escenario tiene sus riesgos. Primero, porque esos aparentes especialistas infantiles en nuevas tecnologías son "falsos expertos" que "no han recibido educación alguna sobre cómo utilizarlas adecuadamente". Y segundo, porque "siguen siendo niños" y, como todos los menores, "necesitan ver que tienen en casa a gente que sabe más que ellos, que tienen a unas figuras de autoridad que buscan protegerlos y que los regañarán si hacen algo mal".
En suma, necesitan la "función protectora" de su madre y su padre, a quienes corresponde el papel de adulto-educador para "acompañar al menor en su aprendizaje y ayudarle a crecer".
Esta ruta vital habitual es la que puede trastocarse si los progenitores no se ponen las pilas tecnológicas para navegar por Internet y conocer las redes sociales. Mayorgas alerta de este riesgo con un par de datos que revelan una amplia dejadez: el 78% de padres se dice muy o bastante preocupado por los contenidos que puedan ver sus hijos, pero solo el 43% usa programas de filtrado y el 32% de monitorización.

1 De embrión a feto.
El embrión se constituye a los siete días de la fecundación. A los tres meses, se considera que se convierte en feto. Cuando hablamos de diagnóstico genético preimplantacional (DGP) nos referimos necesariamente a embriones producto de una fecundación in Vitro (FIV), es decir, fuera del cuerpo, en un laboratorio, que todavía no han sido introducidos en el feto de la madre.
2 Descartar.
El DGP tiene como propósito detectar tanto a los embriones que portan una enfermedad como a los que no. Es el equivalente al diagnóstico prenatal, que se hace durante el embarazo. En la amniocentesis se analizan las células del feto que están en el líquido amniótico y en el DGP se extrae una célula del embrión. Se pierden muchos embriones en el proceso.
3. Los demás.
Los padres son quienes deben decidir qué se hace con los desechados: destruirlos, donarlos para la investigación científica o cedérselos a otros padres. En la actualidad hay un número indeterminado de embriones, entre 40.000 y 200.000, producidos en los tratamientos de fecundación asistida y congelados en las clínicas especializadas, un problema derivado en parte por la falta de legislación, ya que hasta 2006 no era obligatorio hacer un registro de todos los utilizados en cada proceso de fecundación.
4 Qué soluciona.
La ley permite usar DGP en aquellas enfermedad genéticas y cromosómicas graves, precoces y sin tratamiento, de las que los padres son portadores y pueden transmitir. Cuando un paciente tiene una demanda de este tipo, su equipo médico la lleva ante la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida, que la autorizan o no según las circunstancias del caso.
5 No es nuevo.
El DGP se hace en España desde 1993. La “novedad” es que se utilice para seleccionar un embrión que sea compatible con un hermano enfermo que necesita las células madre de su cordón umbilical. O como pasó en abril, que se use en una portadora del gen de cáncer de mama hereditario, donde la relación entre gen y enfermedad no es directa sino de probabilidad.
6 La polémica.
Algunas corrientes religiosas y científicas consideran al embrión como un individuo con vida. Además, también se discute la ética de impedir que se desarrolle un portador de una cromosomopatía, como el síndrome de Down, o alguna otra alteración genética, en detrimento del derecho a la vida de los demás hermanos. Por otra parte, la legislación no es homogénea en todos los países. En EE.UU., por ejemplo, esta técnica se usa para elegir el sexo del bebé porque los padres prefieren un niño o una niña. Motivo por el cual muchas parejas extranjeras (el 5% de ellas españolas) acuden a este país.
Érase un niño a una tele pegado...

Los datos son para parar sentarse a pensar. Los niños dedican "demasiado" tiempo a ver la televisión, siendo su principal actividad además de dormir. El promedio es de 25 horas semanales, pero hay casas donde se ve una media de 6 horas diarias, asegura la Asocion Española de Pediatría de Atención Primaria.
En Estados Unidos, la estadística de 32 horas semanales ha sido obtenida a partir de un estudio de los hábitos de consumo audiovisual de niños entre 2 y 11 años. Los resultados revelan que los menores de entre 2 y 5 años pasan una media de 32 horas a la semana frente al televisor, mientras que los de entre 6 y 11 años lo ven un total de 28 horas semanales.
Esta diferencia se debe a que el segundo grupo pasa un mayor número de horas en la escuela, según aseguran los responsables del estudio.
Modelo español
En España, según un estudio realizado por la Universidad de Navarra y el Colegio Irabia de Pamplona, los niños prefieren otras pantallas de ocio por su mayor interacción. Así, si tuvieran que elegir entre televión e internet, un 32% optaría por el primer medio y un 38% por la red; un 47% prefiere los videojuegos frente al 34% que elige la televisión; y un 40% se queda con el teléfono móvil frente al 37% que escoge televisión.
Según el profesor Xavier Bringué, miembro del estudio, "los niños dedican a la televisión entre dos horas y media y tres al día, mientras que los adultos suelen superarles en una o dos horas".
Entre otros datos que aporta el informe, también destaca que el 61% de los niños afirma estar solo cuando se conecta a Internet, y un 35% de los padres no vigilan a sus hijos de ninguna forma. Además, el 35% lo usa para jugar y un 44% para descargar películas, canciones y programas.
Pese a que el 97% de los niños ve la programación en tiempo real, Nielsen señala que los más pequeños dedican más horas a contenido grabado.
El estudio destaca, asimismo, que este grupo consume más anuncios y que está habituado a ver sus programas favoritos una y otra vez gracias al uso de aparatos como el DVD o a las opciones que ofrecen los sistemas de televisión por cable y satélite, así como otros dispositivos domésticos.
Sin embargo, los niños de entre 6 y 11 años destinan más tiempo a los videojuegos (2 horas y 23 minutos por semana) que el grupo más joven (1 hora y 12 minutos).
El uso de Internet está también más difundido entre los mayores, puesto que casi el 50% de los individuos que participaron en el estudio se conectó en agosto, frente al 20% del grupo de menor edad.
¿Cómo afrontan los hijos la separación de sus padres?

La custodia compartida es la situación “más parecida” a la vida matrimonial y la que menos perjudica a los hijos, por lo que “hay que apostar por ella”, según aseguró el psiquiatra Paulino Castells, para quien llevarla a cabo “es muy complicado y que exige un gran esfuerzo” por ambas partes. Con motivo de la publicación de su libro 'Los padres no se divorcian de sus hijos', el médico aplaudió que ahora la Justicia “confíe más en la custodia compartida y da, así, cada vez más la palabra a los hombres”.
Aunque reseñó que cada caso es diferente, su experiencia le dice que "ante dificultades de relación, siempre es preferible que se vayan con el pariente de igual sexo , ya que la ausencia del progenitor del mismo sexo repercute en el desarrollo afectivo y cognitivo de los hijos".
Castells señaló que pese a que una separación siempre es un ’shock’ para el niño, en muchas ocasiones es "la mejor opción", tanto para los padres como para los menores, a los que él llama "hijos del suspiro", pues cuando se les pregunta que cómo están tras la separación contestan con un suspiro de alivio, ya que para ellos supone "poner fin" a una mala relación que antes vivían constamente en casa. Además, consideró que a veces la separación sirve para que los menores "conozcan más" a uno de sus dos progenitores, ya que es frecuente que en la relación uno de los cónyuges "esté omnipresente y arrincone el otro", lo que dificulta que el hijo pueda conocerle tal y como es.
También, aseguró que tras un divorcio, la hija siempre está "más amparada" que el varón, porque ellas actúan con "sumisión y pasividad, lo que no molesta al entorno y hace que se vuelque a ayudarla". Sin embargo, el chico toma "una actitud de rebeldía e irritabilidad" hacia el exterior, y el entorno "rechaza" este comportamiento. En cuanto a la edad, afirmó que la adolescencia es el peor momento para afrontar una separación, ya que a estos años se "necesita un modelo de identificación muy fuerte" y cuando desaparece este personaje admirado, el joven se queda "huérfano" de esta imagen que es la que le ayudaría a madurar.
Por otra parte, Castells aseguró que la crisis afecta al número de divorcios, ya que "muchas parejas que estaban distanciadas por el trabajo, al perder el empleo pasan más tiempo en casa y, por tanto, chocan más". La otra tendencia, es una reducción del número de divorcios, pues los trámites son "muy caros y este no es el mejor momento para hacerlos frente". "Lo que el amor lo ha unido, ahora lo une la hipoteca", apuntó.
Asimismo, alegó que hoy en día "es muy frecuente" oír hablar del ’síndrome de alienación parental’, que es cuando uno de los exconyujes manipula al hijo para ponerle en contra del otro. Castells cree que esto se confunde muchas veces con el ’síndrome de indefensión parental’, que justifica esta reacción manipuladora con un sentimiento de "indefensión" por parte del padre, es decir, que realmente lo que pasa es que uno de los progenitores se siente en "desigualdad de condiciones" que él otro y para defenderse "se vale del hijo".
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