
No es fácil en absoluto quedarse embarazada en el primer intento, aunque ya se tenga algún hijo. Las mujeres que no tienen ningún problema de fertilidad y que mantienen relaciones sexuales sin protección solo tienen el 30 por ciento de posibilidades de concebir en un ciclo.
La mayoría de parejas tardan varios meses en lograrlo, algunas hasta un año. Por tanto, los ginecólogos recomiendan no preocuparse hasta que pase un año desde que empezaron a buscar el embarazo.
Si transcurrido este tiempo no se consigue el embarazo, los expertos recomiendan ponerse en contacto con un ginecólogo para que analice el caso y lleve a cabo un estudio de fertilidad.
¿Esterilidad o infertilidad?
Como la pareja ya ha conseguido tener un hijo, hablaríamos de esterilidad secundaria o infertilidad secundaria:
- Esterilidad secundaria: si después de haber tenido hijos no se consigue un nuevo embarazo.
- Infertilidad secundaria: la pareja tiene un bebé sano, tras un embarazo y parto normales. Cuando vuelven a buscar un bebé, aunque consiguen la gestación esta no llega a término.
Problemas para quedarse embarazada
Los problemas para quedarse embarazada están relacionados con muchos factores. Uno de los más importantes es la edad de la mujer, ya que a los 35 años la posibilidad mensual de conseguir el embarazo es del 10 por ciento, mientras que a los 40 años es solo de un 5 por ciento. Esto no significa que una mujer de más de 35 años no pueda tener más hijos, sino que necesitará más tiempo para conseguirlo.
A veces, muchos problemas de esterilidad se producen por causas externas a la pareja como el estrés, la falta de tiempo, los hábitos o la alimentación de la pareja.
Autor: Pedro de la Fuente, ginecólogo.
¿Quieres tener un hijo?

¿Qué se valora en una consulta previa al embarazo?
- El ginecólogo hace la historia clínica, para conocer las enfermedades que han sufrido los futuros padres y los hijos, si los tienen, y para averiguar si alguna persona en la familia tiene una tara o una enfermedad hereditaria que se puedan transmitir.
- El médico también realiza una exploración y pide una citología vaginal, si la futura madre se hizo la última hace más de un año.
- Pide una ecografía y un análisis de sangre, en el que incluye grupo sanguíneo, Rh (si no se conoce), metabolismo y anticuerpos, para detectar si la mujer ha tenido o tiene: rubéola, toxoplasmosis, hepatitis B y C, sífilis y sida.
- Si no has pasado la rubéola, el médico puede recomendar la vacuna para evitar que te contagies durante el embarazo.
- Te preguntará por tus hábitos alimentarios, tu estilo de vida y tu tipo de trabajo. Y también si fumas, consumes alcohol o drogas y si tomas antidepresivos o pastillas para dormir.
- Te recomendará tomar suplementos de ácido fólico y de yodo, a ser posible durante al menos tres meses antes de quedarse embarazada.
Cómo estimular al niño si no se pone de pie

¿Cuándo comienzan los niños a andar?
En general, la evolución psicomotriz sigue la siguiente pauta:
- Los niños se mantienen sentados sin apoyo entre los siete meses y medio y los once.
- Se sientan sin ayuda entre los nueve y los doce y medio.
- Se sostienen de pie sin apoyo entre los 11 meses y los 16.
- Dan pasitos entre los 10 y los 15 meses.
- Caminan solos entre los 11 meses y los 17.
Los márgenes son muy amplios, porque unos son precoces y otros más lentos, y el hecho de madurar más tarde no indica que sean torpes.
Cómo estimular al niño
- Puedes aprovechar cualquier momento que estés con el pequeño para jugar: el baño, el momento de vestirle, desvestirle…
- Los niños adelantan mucho cuando los colocan en el parque, porque aprenden a levantarse sujetándose en la malla, y caminan agarrados a ella.
- También puedes intentar que ande sujetándole solo por detrás o agarrándose a un pañuelo que sostienes con la mano, siempre sin forzarle, claro.
Buenos ejercicios para ayudarle a dar sus primeros pasos
- Andar por el pasillo, u otro espacio estrecho, que le dé confianza y seguridad al niño.
- Colocar un juguete encima de una mesa baja, para que él trate de agarrarlo.
- Enseñarle a empujar una silla ligera.
Autor: Florencio de Santiago, pediatra.
Peleas de niños: ¿debemos intervenir?

Quieren el mismo juguete
Juan está jugando tranquilamente en el parque con su cubo y su pala. De pronto, viene otro niño y le quita la pala. A Juan no le hace ni pizca de gracia e intenta arrebatársela.
¿Intervenimos? No
En principio, no. A esta edad las peleas no suelen ser graves y, con un poco de tiempo, los niños resuelven solos sus conflictos. Pero no siempre es así. Si la pelea por el mismo juguete llega a las manos y se convierte en una lucha sin cuartel, entonces no dudes en intervenir para separarles y protegerles. En la segunda parte de la intervención puedes adoptar un rol mediador, es decir, acompáñales en la búsqueda de un acuerdo que satisfaga a ambos. ¿Y si uno se queda con la pala y el otro con el cubo?
Pellizca a su hermano a escondidas
Y cuando lo descubres se te cae el alma a los pies. ¿Tu retoño hace eso tan terrible a su hermano? ¡A escondidas! Tú que pensabas que los celos eran cosa del pasado... ¿Haces como si no hubieras visto nada o le afeas su conducta?
¿Intervenimos? Sí
La oportunidad que te brinda ese pellizco es entender los temores y necesidades que llevan a tu hijo a relacionarse así con su hermano. No es grave ni tremendo, simplemente expresa algo que no termina de digerir. Sin reñirle, puedes informarle de lo que has visto y hablar de lo que le pasa. Tu intervención tiene el fin de proteger al pequeño y transmitirle seguridad.
Lo toca todo en el supermercado
Luis se divierte mucho en el súper. Se dedica a pasar sus manitas por el mayor número de superficies posible. Si son duras le basta con acariciarlas, algunas las coge y las echa al carro; sin son blandas, como el pan o los plátanos, disfruta apretando con los deditos. Su madre mira de reojo, no sabe si está bien o mal, pero si tuviera que ir regañándole todo el rato no terminaría nunca de hacer la compra.
¿Intervenimos? Sí
Aunque nunca regañándole. El niño toca todas esas cosas guiado por un saludable impulso de aprendizaje, que en este caso choca con el respeto a la propiedad de otro. Reconociendo su deseo de aprender, puedes explicarle que a los dueños de la tienda no les gusta que se toquen todas sus cosas, y a continuación ofrecerle una alternativa para cubrir su necesidad: dale a explorar los productos que vas metiendo en el carro y proponle que coja algunos él mismo. Así, aceptas su necesidad de manipulación y aprendizaje y a la vez le enseñas que hay normas relacionadas con respetar las cosas de otros.
No comparte sus cosas
Y no hay manera. Silvia se rodea de sus muñecas y cuando tus amigos llegan con su hija a pasar la tarde, no hay forma de que Silvia le deje nada. Cuanto más insistes, peor se pone la cosa...
¿Intervenimos? No
Es importante reconocer su derecho a no compartir. Son sus cosas, no las tuyas, y debes respetar a la niña. Esto no tiene nada que ver con el egoísmo, es un simple acto de reafirmación. Si su amiguita quiere jugar, deja que se entiendan, pero no la obligues a compartir. Si es una conducta que se repite siempre, puedes hablarle de lo bien que se lo pasa uno compartiendo y darle ejemplo. Si lo que no quiere compartir es un bien común entonces sí debes intervenir. Explícale que es de todos, muéstrale que otros niños también quieren disfrutar y negocia una forma de compartir el columpio.
Tiene una rabieta
Carmen no sabe dónde meterse cuando Laura se tira al suelo gritando en mitad de la calle. "Si no ha pasado nada", se dice Carmen. Lo ha intentado todo, desde razonar con la pequeña hasta darle un par de buenos gritos, pero nada funciona. A veces la deja berrear hasta que se cansa. Pero, ¡puede tardar tanto tiempo en cansarse...
¿Intervenimos? No
Intervenir no es necesario, pero sí acompañar. O, mejor, intervenir acompañando. Aunque no entiendas sus razones, los berrinches son una expresión de rabia que no debes bloquear. Hay que acompañar al niño para que no se haga daño y abrazarle cuando te lo permita, apoyándole para dejar atrás ese estado de ánimo.
Le pegan en la guardería
Un día Daniel se despertó de mal humor. También al siguiente y al siguiente. "Cole, no", se convirtió en la consigna matutina. Su madre preguntó a la profe si Daniel tenía algún problema. Esta le contó que un compañero la había tomado un poco con él, pero que eran "cosas de niños" y no debía preocuparse. La resistencia de Daniel para ir a la guardería crecía y su madre no sabía qué hacer.
¿Intervenimos? Sí
Nuestro hijo lo está pasando mal, aunque aparentemente no tenga importancia, y debemos darle herramientas para evitarlo. Habla con la profesora y con él. Es importante que exprese lo que le pasa, ya que sentirá alivio y apoyo. Puedes preguntarle directamente y compartir alguna anécdota relacionada con el tema. También debes enseñarle a protegerse. No está de más hablarlo con la profesora. Si está ocurriendo algo que altera significativamente a nuestro hijo, es bueno que su "seño" lo sepa, es posible que le falte información.
Pega en la guardería
Ricardo es el niño que pega a Daniel, su compañero de la escuela infantil, un día sí y otro también. Su madre recibe avergonzada las quejas de la profesora, pero no sabe qué hacer. Cuando le pregunta a Ricardo si pega, él siempre dice que no.
¿Intervenimos? Sí
La excesiva agresividad te informa de que algo no va bien. Una cosa es que de vez en cuando se le suelte la mano y otra muy diferente que pegue sistemáticamente. Es importante localizar su problema y, en paralelo, enseñarle a expresar su rabia o desacuerdo de otra forma. ¿Cómo intervenir? El objetivo de tu participación no es inhibir la conducta agresiva, sino saber qué le ocurre al niño que le hace manifestarse de forma tan violenta. Además, es importante enseñarle una forma diferente de expresar su agresividad. Aunque solamente tenga dos años, puedes explicarle las consecuencias de sus acciones. Si necesitas apoyo para descubrir lo que altera al niño, siempre puedes acudir a un profesional que te ayude a localizar su problema y solucionarlo.
Por: Lidia García-Fresneda.
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